lunes, 16 de septiembre de 2013

Octubre de 2003: más allá del gas por Chile






Aquel septiembre de octubre de 2003, más allá del gas por Chile

Detrás de las jornadas de septiembre y octubre de 2003 está el cuestionamiento del modelo de administración del Estado regido por el 21060, más allá de los síntomas concretos contra los que se protestaba.

La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:06 / 15 de septiembre de 2013

Pasaron diez años del inicio de los conflictos de la ‘guerra del gas’ (septiembre de 2003) que desencadenó  en un levantamiento que no sólo “tumbó” al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, sino también socavó los cimientos del sistema político de entonces. Los hechos sucedieron por la reacción de las organizaciones sociales y la ciudadanía ante síntomas de una enfermedad y no por el mal mismo. Así, el cansancio popular en La Paz se tradujo en “bronca”, en rechazo a medidas estatales muy específicas (como el registro impositivo Maya Paya para El Alto o el anuncio de venta del gas a través de Chile), que eran el signo del modelo del Estado que, en el fondo, fue lo que estaba en cuestión.

En esto coinciden los actores principales de las jornadas de septiembre y octubre de 2003; es decir, el rechazo circunstancial se sustentaba en determinadas medidas que fueron sintomáticas y que muchas venían de tiempos anteriores al gobierno de Sánchez de Lozada.

Así, el registro impositivo de formularios Maya Paya, propuesto por el entonces alcalde de El Alto José Luis Paredes (en contra del cual empezó la marcha desde Caracollo el 2 de septiembre y el posterior paro cívico), el Código Tributario de agosto de ese año, la Ley de Seguridad Ciudadana y la exportación del gas por Chile fueron los detonantes de un conflicto que en el fondo cuestionó el modelo del Estado.

Felipe Quispe, conocido como el Mallku, fue uno de los líderes de las jornadas de octubre. Ahora dice que la mayoría de las medidas con las que comenzaron las movilizaciones venían de “antes de Goni”. Menciona algunos de esos motivos circunstanciales: “Nos debía 72 puntos, más el compañero detenido (Edwin Huampo, dirigente de Batallas, había sido encarcelado en el penal de San Pedro por participar en un ajusticiamiento que terminó con la vida de supuestos ladrones de ganado en un linchamiento), los tractores que se debían desde Hugo Banzer, la anulación de la Ley INRA, también de la 1008, las cuales siguen vigentes”.

Además, cita el Decreto Supremo 21060, la madre del modelo económico, al que complementaban todas las demás normas circunstanciales que motivaron las protestas. Waldo Albarracín, en aquel tiempo presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, señala que el fondo de los conflictos estaba relacionado directamente al 21060, “que no sólo era un modelo económico, sino un modelo de Estado que incluso estaba por encima de la propia Constitución Política del Estado vigente”.

Si bien hubo varios “coadyuvantes de los conflictos”, existió un “desenlace histórico” en octubre; es decir, una suerte de “gota que rebalsó el vaso”, pues la democracia participativa distanciaba al Estado de la sociedad civil, analiza.

De 1982 en adelante, ningún gobierno logró “democratizar la democracia”; las decisiones seguían siendo de minorías y para sus intereses. Adicionalmente, “más allá del partido que estuviese en el poder”, estaban los elevados “niveles de corrupción” y la clase política no se comprometía con el desarrollo nacional excluyendo a la sociedad, dice Albarracín.

El 21060 fue el “instrumento político que definió esa manera de administrar el Estado para manipular las cifras en desmedro del ser humano”. “Octubre de 2003 se inscribe en ese contexto, con un pueblo cansado que ya se había expresado en febrero de ese año (el ‘impuestazo’) y la ‘guerra del agua’ (Cochabamba, 2000)”. Todo eso contribuyó a que más allá de los hechos circunstanciales, un “cansancio histórico” se active en el rechazo, dice el que fuera luego Defensor del Pueblo.

Abel Mamani, entonces presidente del Distrito 3 de El Alto (zona que jugó un rol capital en el levantamiento), apunta algo similar a lo que rememoran Quispe y Albarracín, aunque con otro apelativo: “El origen fueron las políticas de la mal llamada capitalización, desde el 21060, que en realidad consistieron en regalar las empresas estratégicas del Estado”.

El modelo de la capitalización “asfixió año tras año a la gente, pues las empresas veían a los servicios básicos como un negocio”. Eso hizo que la gente “concentre bronca que se va desfogando en hechos concretos contra medidas específicas como el primer bloqueo y cerco a La Paz liderados por el Mallku o la ‘guerra del agua’, o el impuesto a los salarios de Goni (febrero de 2003)”.

Sin embargo, en criterio, la “bronca” no termina sino en 2005. En ese lapso se presionó al presidente Carlos Mesa para que cumpla la Agenda de Octubre, llamada así por la conjunción de demandas de la crisis de 2003. “Para mí, el desafío era mostrarle a Bolivia que yo había sido capaz de escuchar  octubre y escuchar también lo que se había producido en tiempo previo, sobre todo desde el oriente”, decía Mesa en una entrevista con Animal Político en octubre de 2012.

Filemón Escóbar, en 2003 senador del Movimiento Al Socialismo (MAS), tiene una conclusión parecida a la de Mamani, aunque le suma una especificidad: “Lo que originó todo fue el 21060 y la relocalización del proletariado minero”.

El 21060 ofrecía una indemnización a los mineros de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), muy por encima de los años trabajados. La mayoría se acogió a la oferta gubernamental, pero se quedó en el desempleo.

Escóbar hace una conexión lógica en su tesis, en sentido de que “el 40% de la ciudad de El Alto es de mineros relocalizados” (por ejemplo todo Senkata). Alude así al papel central que jugaron los habitantes de esa urbe en las jornadas de octubre.

Escóbar y Quispe quieren restar el protagonismo en el levantamiento a Evo Morales, quien estaba de viaje esa vez por Libia, Ginebra y Venezuela. “Sólo llegó seis días antes de que termine todo”, recuerda el exlegislador del MAS.

El actual asambleísta departamental de El Alto Roberto de la Cruz, que en 2003 lideró la marcha de Caracollo en representación de la Central Obrera Regional (COR) de El Alto, coincide también con las consideraciones precedentes, aunque en otros términos. Afirma que la causa fue “un cabreo generalizado contra el imperialismo”. Su declaración coincide con las otras fuentes si se considera que el 21060 fue una medida fondomonetarista impuesta desde el imperio, al igual que la política de capitalización.

“Goni sólo era el administrador de ese poder imperial del neoliberalismo, un simple funcionario”, juzga. “Lo que colmó el vaso” fue querer vender el gas por Chile. “Bolivia es antiimperialista, por lo que ha sido fácil unir las fuerzas populares para hacer frente a su gobierno”.

Recuerda que el primer objetivo era evitar la salida del gas, pero como se quiso “pacificar El Alto a balazos, entonces el pedido fue la renuncia del presidente, hasta que se logró”. Como describen estas voces, el sistema político decantó años antes del levantamiento y tuvo su mayor convulsión entre septiembre y octubre de 2003, cuando los ánimos se exaltaron. Como la clase política de entonces no supo leer que debían dar un paso atrás en el modo de gestión del Estado, terminó por desmoronarse.

Huelga. Quispe, Mamani y De la Cruz relatan cómo a partir de una huelga de hambre se pasó a una marcha y luego a la resistencia que terminó por tumbar a Sánchez de Lozada.Primero fue la marcha de Caracollo a La Paz, iniciada el 2 de septiembre contra la medida de los formularios Maya Paya, el anuncio de la venta del gas y el encarcelamiento de Huampo.

“Iniciamos la marcha junto con Roberto de la Cruz, los militantes del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP), los estudiantes de la UPEA (Universidad Pública de El Alto) y los compañeros de las 20 provincias”, recuerda Quispe. De la Cruz dice que hizo alianzas con la UPEA, los beneméritos y el Movimiento Sin Tierra (MST). Así empezó la marcha. Luego otra salió de Huarina y Laja.

Todo el movimiento convergió en la plaza de San Francisco de La Paz. “Ahí declaramos una huelga de hambre en masa. Subimos unos 2.000 al El Alto, con mujeres y niños. Tomamos la radio San Gabriel y allá nos declaramos en huelga de hambre”.

El dirigente campesino Rufo Calle también estaba en ayuno. Mamani cuenta que aquél se comunicó con él, pues era el dirigente cívico vecinal del Distrito 3, y la radio San Gabriel se encuentra en el barrio de Villa Adela, perteneciente a esa jurisdicción. “Nos reunimos cerca del mercado Pacajes Kaluyo y me pidió que la zona dé protección a la huelga contra una posible intervención”.

El 9 de septiembre dos ministros fueron al piquete. “Los secuestramos (a los ministros de Agricultura, Guido Áñez, y de Participación Popular, Mirtha Quevedo). Por miedo firmaron la liberación del compañero Huampo y cumplir los 72 puntos, pero no pasó nada y seguimos en huelga hasta el 20, cuando recibimos el reporte de Warisata”, cuenta Quispe.

Supuestamente habían secuestrado a tres bloqueadores de esa localidad y fueron llevados a Sorata. “Nos informaron que Sánchez Berzaín, ministro de Defensa, estaba por la zona, entonces pensamos que podía salir por el mismo camino, no sabíamos que estaba en helicóptero”.

Sus compañeros lo llamaron para preguntar qué hacer. “Saquen armas,  mucho mejor sería matarle a ese criminal”, rememora el Mallku. Una columna se parapetó en una curva de Alto Warisata, para emboscar al ministro. Ése fue el inicio. “Luego, Warisata fue tomada con muertos y también Sorata, todo hasta el 20 de septiembre”.

Los dirigentes se quedaron en la huelga en la radio, coordinaron desde ahí las movilizaciones para la agitación. “Gracias a ese trabajo político la población se fue sumando. Si nos quedábamos sin comandar, no habría pasado nada, como tampoco habría sido igual sin la instalación de la huelga. Fue como la madre de todas las demás movilizaciones”, narra.

Quispe dice que la debilidad de la clase política de entonces fue su desconocimiento de la psicología del aymara: “El aymara es sentimental; cuando el aymara ve la sangre, se enfurece, se rebela. Así, los políticos hijos de Pizarro, como Goni o Jaime Paz Zamora querían definir todo con las armas, pensando que el pueblo se va a callar. No. Eso conocemos”.

La huelga duró entre el 8 de septiembre y el 17 de octubre, día en que Sánchez de Lozada huyó a Estados Unidos y Mesa juró en su lugar. Fue consecuencia histórica de aquel septiembre de octubre de 2003, la crisis que entre ese año y los sucesivos se perdieron 73 vidas, la mayoría alteños y paceños.

‘No pensábamos que se tumbaría a Goni’: Felipe Quispe, otrora dirigente indígena

Alzamos palos, chicotes, con todo, hasta hacerles escupir a los gobernantes de turno, pero, pues, tampoco pensábamos que íbamos a tumbar al Gonzalo Sánchez de Lozada, sino que nuestra lucha era radical con bloqueos y marchas. Hasta que las balas de Warisata perforaron los corazones de piedra de los compañeros que viven en El Alto de La Paz, que se sumaron a la lucha.

‘Hubo un cabreo generalizado’: Roberto de la Cruz, asambleísta de La Paz

Hubo un cabreo generalizado contra el imperialismo que imponía el neoliberalismo. Lo específico era que se quería vender el gas cuando nuestros compañeros estaban ahí cocinando con bosta, con leña. Por eso pedí que la COR se manifieste e hice una alianza solo con sectores para partir en una marcha desde Caracollo; llamé a Evo y al Mallku; Felipe vino y el Evo no, porque ya estaba Quispe.

‘Objetó el modo de administrar el Estado’: Waldo Albarracín, expresidente de la Asamblea de Derechos Humanos

El modo de administrar el Estado, bajo el modelo no sólo económico sino político del Decreto Supremo 21060, es lo que en el fondo se cuestionó en octubre de 2003. Si bien hubo circunstancias específicas en las movilizaciones, esos hechos concretos sólo fueron como la gota que rebalsó el vaso del distanciamiento entre el Estado y la sociedad civil.

‘El origen fue la mal llamada capitalización’: Abel Mamani, exdirigente vecinal  de El Alto

El origen del levantamiento fue la mal llamada capitalización, el regalo de nuestras empresas estratégicas de servicios públicos y materias primas. Eso asfixió a la población y se fue concentrando una bronca que salió en hechos concretos como los formularios Maya Paya, la venta del gas o mucho antes, en febrero, el impuesto a los salarios que terminó en saqueos.

‘La causa se encuentra en la relocalización’: Filemón Escóbar, exdirigente minero y exsenador del MAS

Primero está el origen del 21060, el cerco de Calamarca, tan nefasto para el proletariado porque lo liquidó. La relocalización, con una indemnización que dejó a los mineros en el desempleo, privando a los trabajadores de salud y educación. Así, si uno ve, el 40% de la ciudad de El Alto son barrios de mineros relocalizados que fueron clave. Evo no participó en nada.

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Agenda de Octubre tiene asignaturas pendientes

 

Aunque ya se realizó la Asamblea Constituyente y se hizo una particular nacionalización de los hidrocarburos (aún cuestionada de ser tal), se dice que la Agenda de Octubre aún está pendiente.

La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:06 / 15 de septiembre de 2013

A pesar del referendo por el gas en 2004 durante el gobierno de Carlos Mesa, el desarrollo de la Asamblea Constituyente entre 2006 y 2008, y una suerte de nacionalización de los hidrocarburos, todos puntos centrales de la llamada Agenda de Octubre, existe la sensación de que este pliego social todavía es una asignatura pendiente.

Así lo piensan dos de los dirigentes principales de las movilizaciones de septiembre y octubre de 2003, Felipe Quispe y Roberto de la Cruz, como también los analistas Róger Cortez y María Teresa Zegada, aunque éstos lo afirman con matices respecto de aquéllos.

Primero, no se puede eludir la argumentación de Cortez para afirmar que la Agenda de Octubre es una construcción facilista de los medios de comunicación, que en realidad es parte de otra aún mayor que él llama proceso constituyente. “Nombres como el de ‘Agenda de Octubre’ son construcciones mediáticas que simplifican un proceso más complejo”, señala.

En su criterio, esa lista de demandas sólo es un tramo de un desarrollo mayor: del “proceso constituyente iniciado en 1990 con la Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad”, en la que se escuchó por primera vez el pedido de Asamblea Constituyente.

El siguiente paso de este desarrollo “fue la ‘guerra del agua’ (2002)” en Cochabamba. En ese segundo momento se añadieron los pedidos de un referendo sobre los recursos naturales y la desmonopolización de la representación política.

Octubre de 2003 —sigue— dio continuidad a las demandas y también especificidad a los reclamos sobre recursos naturales, hablando a partir de ese momento de los hidrocarburos, hasta que después se llega al reclamo por la nacionalización de éstos, sobre todo a propósito del referendo de 2004.

Es ese sentido, este “programa constituyente”, más que la Agenda de Octubre en específico, tiene tres áreas que agrupan a los pedidos de las movilizaciones: “la reforma estatal, la transformación productiva y la reforma moral intelectual”. De todas ellas, hay un “rezago mortal en este momento”, juzga.

La reforma estatal “sólo ha sido enunciada, el Estado Plurinacional está en construcción”. No se va a poder reformarlo si el Estado se muestra “antiautonomista y antiindígena como lo ha hecho hasta ahora”, cuestiona. Sin embargo, en este aspecto el “gran mérito” del Gobierno ha estado en “la enunciación y la aprobación” de la reforma estatal entre 2006 y 2009.

En cuanto al segundo punto, rescata la recuperación de los recursos, aunque la pone literalmente entre comillas, pues ese avance “corre el riesgo de estatalizarse”. Los recursos naturales “no son del Estado, sino de todos los bolivianos y eso se está abandonando, aunque sin duda se ha llegado a una bonanza que en parte se redistribuye”.

Respecto a la reforma intelectual y moral, es decir el tercer punto, “lo más avanzado es haber focalizado la discriminación y el racismo como temas clave de la agenda nacional, no obstante, igual que en los demás temas, sólo se ha llegado a la enunciación”. Sobre el 100%, “estamos en el 25% o el 30% de cumplimiento”.

Zegada apunta hacia lo mismo que Cortez al calificar el avance de la agenda, pues dice que en sus puntos principales ésta se ha cumplido sólo “formalmente”, lo que se asemeja a lo que decía de sólo haberse llegado a la “enunciación”.

La Agenda de Octubre tenía como aspectos estructurales —enumera la politóloga— la demanda de Asamblea Constituyente y la nacionalización de los hidrocarburos. “Formalmente, se habría cumplido con esos puntos. De alguna manera esos temas fueron parte del discurso de Evo Morales”, rememora. El Presidente “estaba obligado” a cumplir esto y vincularlo a la reconfiguración del sistema político.

La Asamblea Constituyente se ha llevado a cabo, “probablemente no en los términos que planteaban las organizaciones sociales en ese momento, pues habían visiones más radicales”. Al mismo tiempo, a través del decreto de nacionalización del 1 de mayo de 2006, “también se atendió la otra demanda formalmente”.

“Digo formalmente porque los alcances que tienen estas dos medidas todavía no están claros en la historia reciente del país, es decir, que tenemos una nueva Constitución pero no se verifica un cambio sustancial cualitativo de la institucionalidad política del país”, explica Zegada.

“Falta mucho” para que se pueda hablar de la “plurinacionalidad o las autonomías”, lo cual no quiere decir que no se esté “apuntando en ese sentido”, sino que son procesos que “toman tiempo”.

Sobre el otro punto, señala que se trata de una nacionalización planteada en “otros términos, no tuvo la radicalidad que se quería en el momento de las movilizaciones, si bien ha traído mayores recursos para el país”.

Más crítico es Felipe Quispe”, dirigente indígena que participó en la huelga de hambre del 8 de septiembre al 17 de octubre de 2003. “Las agendas por las que tanto hemos gritado para que no se venda el gas, Evo Morales es el mejor vendedor y administrador de las trasnacionales. No hay nacionalización ni tampoco industrialización. El 21060 sigue campeando”.

El líder de la marcha de Caracollo que fue capital para las jornadas de octubre, Roberto de la Cruz, es menos crítico. “Se ha dado uno o dos pasos, pero falta mucho para honrar a nuestros muertos. Por ejemplo, seguimos siendo extractivistas y los masacradores siguen impunes. Pedimos a Evo que pueda reconducir el proceso, tengo esperanza en que pueda ser así”.

De 69 muertos en los meses de conflictos hoy ya son 73. Uno de los puntos de la agenda es la extradición y el juicio a Gonzalo Sánchez de Lozada, según la acusación judicial autor intelectual de la masacre, lo cual no ha avanzado un ápice en estos diez años.


 

domingo, 15 de septiembre de 2013

15 de Septiembre: Día Internacional de la Democracia





«En este Día Internacional de la Democracia, exhorto a los dirigentes a que escuchen y respeten la voz de los ciudadanos y a que respondan adecuadamente a ella, ya sea expresada directamente o por medio de los representantes que ellos han elegido»

Mensaje del Secretario General, Ban Ki-moon,
con motivo del ía Internacional de la Democracia
15 de septiembre

Tema de 2013: «Reforzar las voces de la Democracia»

La democracia es un valor universal basado en la voluntad libremente expresada de los pueblos de determinar su propio sistema político, económico, social y cultural, y en su participación plena en todos los aspectos de su vida. 

Si bien las democracias comparten características comunes, no existe un modelo único de democracia. Las actividades de las Naciones Unidas en apoyo de la acción de los Gobiernos para fomentar y consolidar la democracia se llevan a cabo de conformidad con la Carta y únicamente a petición expresa de los Estados Miembros interesados.

La Asamblea General en su Resolución A/62/7 (2007) alentó a los gobiernos a fortalecer los programas nacionales dedicados a promover y consolidar la democracia y también decidió observar el Día Internacional de la Democracia el 15 de septiembre de cada año.

El lema de este año -Reforzar las voces de la Democracia- tiene como objetivo alumbrar la importancia de la voz del pueblo en los debates políticos, económicos, sociales, tecnológicos y sobre el desarrollo, tanto si se expresa directamente como a través de sus representantes electos, En el corazón de la democracia reside la capacidad de expresar esa voz del pueblo para decidir cómo es gobernado.

La Unión Interparlamentaria promueve el Día Internacional de la Democracia a través de sus parlamentos miembros en 162 países alrededor del mundo. 


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Mensaje del Secretario General con ocasión del Día Internacional de la Democracia

Nueva York, 15 de septiembre de 2013

Este año, conmemoramos el Día Internacional de la Democracia en medio de transiciones políticas volátiles en varios países, una prolongada crisis económica y espectaculares cambios demográficos y sociales. Todo ello recalca la necesidad de que debe fortalecerse la voz que tienen las personas en cómo se las gobierna, un imperativo que se encuentra en el corazón de la democracia.

A pesar de los avances en materia de participación cívica, en cada vez más sociedades, la apatía se ha convertido en el enemigo más insidioso de la democracia. La participación inclusiva es el antídoto. No es solo un fin en sí mismo, sino que prepara a las comunidades, a las sociedades y a países enteros para trabajar con puntos de vista encontrados, forjar compromisos y encontrar soluciones, y para participar en críticas y deliberaciones constructivas. La participación inclusiva ayuda a las comunidades a desarrollar formas de democracia que funcionen para el gobierno, las empresas y la sociedad civil.

Vivimos en una nueva era en la que las personas tienen cada vez más posibilidades para obtener información e influir en la toma de decisiones, algo que viene facilitado por la evolución de las tecnologías. Estas pueden ayudar a las personas a representar un papel más directo en esferas que considero las prioridades mundiales más inmediatas de nuestro tiempo: reducir las desigualdades; prevenir el conflicto armado y construir un mundo más seguro; apoyar a las naciones en transición; empoderar a las mujeres y a los jóvenes; y promover el desarrollo sostenible.

Ahora que nos esforzamos por acelerar los progresos hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para el año que nos fijamos como meta, 2015, estamos preparando una visión para el desarrollo después de ese año. Las consultas mundiales sobre la agenda para el desarrollo para después de 2015 —en sí mismas un esfuerzo sin precedentes por escuchar la voz de los ciudadanos a la hora de formular las políticas internacionales— han reafirmado la importancia que reviste el poner a las personas en el centro de los esfuerzos de desarrollo. El millón de voces representadas en el sondeo “MY World” realizado por las Naciones Unidas pide con una fuerza abrumadora un gobierno abierto y receptivo, y hacen de este uno de los tres objetivos principales que buscan en una futura agenda para el desarrollo.

En este Día Internacional de la Democracia, exhorto a los dirigentes a que escuchen y respeten la voz de los ciudadanos y a que respondan adecuadamente a ella, ya sea expresada directamente o por medio de los representantes que ellos han elegido. Exhorto a los ciudadanos del mundo a que piensen en cómo pueden utilizar su voz no solo para tomar control de su destino, sino para traducir sus deseos y los deseos de otros en un mundo mejor para todos.

Hagan oír su voz. Participen. Procuren comprender y escuchar a quienes tal vez sean más débiles o más vulnerables que ustedes. A todos nos incumbe por igual nuestro futuro común. Hoy, comprometámonos a asegurarnos de que cada uno de nosotros podamos representar, y representemos, el papel que nos corresponde al máximo.


domingo, 8 de septiembre de 2013

El MAS: ¿Una confederación de sindicatos?






La compleja estructura de sectores sociales que conforman al MAS es una de sus fortalezas, sin embargo, en determinados momentos es su debilidad, al no coincidir los intereses de aquéllos con el norte ideológico del partido.

La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:06 / 08 de septiembre de 2013

La estructura heterogénea del Movimiento Al Socialismo (MAS) es una de sus fortalezas, pues es una fuente de versatilidad, aunque también ha sido frecuentemente el origen de una debilidad debido a la corporativización de ese partido. Esto último tiene como consecuencia que, a veces, los intereses sectoriales de los movimientos sociales que lo componen no coinciden con su norte ideológico. Saldar este escollo es el reto que el MAS debe enfrentar no sólo con miras a las elecciones de 2014, sino también para consolidar su institucionalidad como organización política a largo plazo. Es la primera aproximación sobre la realidad del partido de gobierno, en el final del ciclo que Animal Político comenzó con el análisis estructural del Movimiento Sin Miedo (MSM), el Movimiento Social Demócrata (MSD) y Unidad Nacional (UN).

La diversidad compleja de organizaciones que conforman el MAS ha llevado, desde la primera gestión, a la creación del Viceministerio de Coordinación con los Movimientos Sociales, actualmente dirigido por Alfredo Rada. Esto demuestra que el primer gobierno de Evo Morales identificó la necesidad de relacionamiento con los gremios sindicales.

El ministro de Gobierno, Carlos Romero, apunta esta característica como una fortaleza (pues le da “flexibilidad para adaptarse a las formas organizativas de los pueblos”), pero ocasionalmente se trocó en dificultad. “Si bien la flexibilidad en función de la diversidad es una fortaleza, hay un debate permanente en el MAS en torno a las estructuras de los movimientos y la estructura partidaria. En algunas ocasiones no siempre se tienen los espacios de convergencia plena”, dice.

Los movimientos sociales “tienden a desarrollarse como estructuras paralelas”. El ministro señala que el presidente Morales “ha optado” por darles “mayor protagonismo”, pero el “paralelismo”, en su caso, puede “debilitar” la acción del partido. “Eso yo lo vería como un problema que ha sabido ser detenido”, analiza.

La característica abigarrada de la sociedad boliviana —según cita a René Zavaleta— permite que “muchas veces las estructuras corporativas” fragmenten a la sociedad y eso se reproduce en los partidos políticos, “que es lo que a veces sucede en el MAS”. La corporativización de intereses puede también “subalternizar (sic) una visión nacional por una estrictamente gremial”.

En otros términos, expresa algo similar la analista María Teresa Zegada, quien apunta que el “gran desafío” del MAS no es “llegar al poder” como para otros partidos, porque más bien lo hizo rápido. “Su reto es el de construir su institucionalidad organizativa”, pues tiene “deficiencias” en esto, aunque “no se ha notado por estar en el poder y vincularse con la estructura institucional del Estado. A veces incluso se confunden”. Así, “debe fortalecer la democracia interna”, la cual es compleja por “su estructura institucional corporativa”, sugiere.  

El MAS no responde a criterios rígidos de un partido político entendido de manera convencional, describe Romero.  Sin embargo, esta diversidad corporativa que constituye el llamado “instrumento” tampoco es única en el mundo, apunta la analista Érika Brockmann.

Zegada considera que el MAS, al acoplarse a la lógica de funcionamiento de las organizaciones sociales, tiene ventajas como contar con una base social disciplinada y activa, pero también la desventaja y “los riesgos” de una corporativización partidaria, en la que “primen más los intereses de los sectores que los intereses del partido o que se entremezclen”.

Para explicar mejor esto usa el ejemplo del sector cooperativista, que no sólo respalda al MAS, sino que “tiene representantes en el Ejecutivo y en el Legislativo” y ejerce desde ahí presiones ligadas a sus intereses sectoriales, lo cual puede “distorsionar los fines ideológicos del partido”. Para la analista, encarar el desarrollo institucional es el “gran reto” del partido de gobierno.

Las bases del MAS se sienten “muy identificadas con el Gobierno” por la “distribución de los incentivos selectivos”, que son los “beneficios sectoriales que tienen los grupos que apoyan a un determinado partido en el poder”, afirma Zegada.

Para Brockmann, el MAS es un partido que “responde a una modalidad organizativa corporativa”, es una “confederación de organizaciones”. En su criterio, los intereses de ese nucleo “campesinista y popular van a contrarruta de los intereses electorales y políticos”. Al ser el MAS el articulador, lo obligan a vivir en una permanente metamorfosis para captar a otros grupos”, asegura.

El discurso ideológico “ha cedido paso a los intereses prácticos y clasistas de estos sectores”. “Me pregunto cuán fuerte es Evo Morales para lograr convencer de sus consignas a los grupos corporativos”, refiere la otrora senadora del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).

No obstante, esta diversidad de organizaciones sociales con lógicas sindicales también es ventajosa. Borckmann ve que sus bases, si bien heterogéneas, son disciplinadas al momento de movilizarse.

Varios movimientos sociales se aglutinan en el MAS y adquieren representación política, empero, los grupos más grandes son la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), las Seis Federaciones del trópico de Cochabamba, la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (Fencomin), la Federación Sindical de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa y la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB). El caso de las organizaciones indígenas que son parte del MAS hay ambigüedad, ya que tanto el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) y como la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob) inicialmente fueron parte del partido, sin embargo, se dividieron y formaron dos instancias paralelas de cada organismo: uno afín al partido de gobierno y otro en desacuerdo. El MAS es el que “articula” a estos movimientos, describe Romero.

La presidenta de la Cámara de Senadores, Gabriela Montaño, quien también destaca la flexibilidad de la estructura diversa de su partido, manifiesta que “es normal” que en una organización tan amplia hayan “tensiones internas”. Además, señala: “Hay pugnas constantes de sectores por el excedente económico aunque para resolver la dificultad volvemos al pacto que tenemos: la Constitución, que es la que distensiona”.

El senador oficialista Adolfo Mendoza apunta que los “intereses corporativos y los particularismos son parte de la forma de la sociedad” y que “ahí está el reto para el MAS para no anclarse en particularismos, sino en lo común a todos”.

La dificultad fue comprobada en determinados momentos, sobre todo en el sector cooperativista o con la Central Obrera Boliviana (COB), que dio un apoyo condicionado al partido de gobierno y terminó por crear otro partido. Sin embargo, el MAS supo controlar en esos momentos los desencuentros y ya son constantes los mensajes que da Morales a estos sectores para que abandonen “los intereses sectoriales por los nacionales”.

Romero enumera cuatro aspectos con los que se impide que no se dispare la no coincidencia de intereses corporativos y los ideológicos del MAS: primero, la recuperación de los recursos naturales como un factor “de comunidad y de identidad nacional” permite resolver el síntoma de una “sociedad fragmentada” que se reproduce en el MAS; segundo, el haber convertido en un “capital político” a la identidad etnocultural; tercero, “la madurez” del Pacto de Unidad (acuerdo de organizaciones campesino-indígenas afines al MAS) y su “apuesta intransigente” por el proceso de cambio en los “momentos difíciles; y cuarto, el “fuerte liderazgo, a veces excluyente”, de Morales, que tiene una “extraordinaria capacidad de interpretación política”.

En esta heterogeneidad, Montaño también señala que Morales “es el gran unificador”. Zegada cree que el “fuerte liderazgo” de éste es uno de los factores de cohesión, pero que si bien esto tiene sus puntos beneficiosos, “resta institucionalidad a la organización política”. “Es muy difícil pensar al MAS sin Evo Morales”, afirma.

Otra debilidad o reto que encuentra Romero tiene alguna relación con lo que decía Zegada en el sentido de que al estar el MAS “ligado a las estructuras del Gobierno” tenía una deficiente institucionalidad partidaria.

“Algunos sectores dirigenciales tienen la tendencia a la burocratización o de faccionalismos en la disputa de liderazgos medios, lo que genera contradicciones internas que conllevan un andar complejo del instrumento”, eso también “se explica” por la diversidad del MAS y de la sociedad boliviana.

Más allá de esa alianza con las principales organizaciones sociales, el MAS es una construcción —a pesar de su sigla “comprada” a David Áñez Pedraza— del llamado Instrumento por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), con un carácter aún más heteróclito. Es la principal fuerza política desde 2005, año en el que comenzó con sus recurrentes victorias electorales hasta, en la actualidad, contar con dos tercios de votos en la principal fuente de poder, la Asamblea Legislativa Plurinacional (y el Órgano Ejecutivo).


 ‘Es el articulador de las organizaciones’: Carlos Romero, ministro de Gobierno

El MAS no responde a la forma ortodoxa de un partido, sino a la representación de organizaciones sociales que adquieren, con la articulación del instrumento, funciones políticas. Así, el MAS es el articulador de las organizaciones sociales en la construcción de autorrepresentación de éstas, esto le da la ventaja de tener  flexibilidad y le convierte en una instancia muy poderosa electoralmente.

‘Hay contaminación entre Estado y el MAS’: María Teresa Zegada, analista

Hay dos factores de cohesión en el MAS, por una parte el Estado que se mezcla, aunque se contaminan mutuamente y así sus bases se identifican por los beneficios que reciben. El otro factor de cohesión es el liderazgo de Evo Morales, ubicado más allá del Estado. Es impensable el tamaño actual del MAS sin la presencia de Evo Morales; hace pensar que es insustituible.

‘El MAS supo abarcar lo rural y urbano’: Gabriela Montaño, presidenta del Senado

El MAS es el instrumento político más grande de la historia del país, que abarca lo rural y lo urbano. Es un instrumento joven con grandes fortalezas, sobre todo por estar fundado en estructuras organizativas sindicales que hacen el tejido social también más grande del país. Supo formular un norte estratégico al país que terminó por plasmarse en la Constitución

‘Tiene una forma corporativa de origen’: Éricka Brockmann, analista

Si puede llamársele partido, responde a una forma participativa corporativa de origen. Es como una megacoalición de organizaciones sociales, su núcleo son los interculturales, los campesinos y las bartolinas, con debilidad en el sector indígena de la Cidob y el Conamaq. Los intereses del núcleo campesino no siempre coinciden con los intereses electorales y políticos del MAS.