lunes, 2 de septiembre de 2013

ASILO POLÍTICO: El Senador Pinto y la crisis política en el gobierno brasileño






Las pugnas internas de la coalición gobernante en Brasil, compuesta por un amplio abanico de partidos, fue favorable para que Pinto huyera del país.

La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:07 / 01 de septiembre de 2013

 Para nadie es un secreto que el abanico de organizaciones políticas que conforman el oficialismo presidido por la presidenta Dilma Rousseff ha mostrado varios signos de debilidad y de pugnas internas. Estas divergencias han favorecido la fuga al Brasil del senador por Convergencia Nacional (CN) Róger Pinto, requerido por la Justicia boliviana por diversos procesos como ser delitos comunes y de corrupción.

 Tras 455 días asilado en la Embajada de Brasil en La Paz, el legislador de Pando salió el viernes 23 en un vehículo de esa legación diplomática escoltado por fusileros navales extranjeros hasta Corumbá (Brasil) y llevado por el encargado de Negocios, Eduardo Saboia, a quien Rousseff reprochó el haber puesto en peligro la vida de Pinto, que está bajo responsabilidad de Brasilia. Allí, fue recibido por policías federales y el presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado de aquel país, Ricardo Ferraço.

 Que la coyuntura incierta de la alianza oficialista de Brasil haya favorecido al senador en su salida es algo en lo que especialistas y personas próximas a las relaciones entre Bolivia y Brasil coinciden. No hay que dejar de notar que el senador que recibió a Pinto en Corumbá, Ricardo Ferraço, es del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el principal aliado del Partido de los Trabajadores (PT) al que pertenece Rousseff. Esto último, por sí solo, es un ejemplo de las discrepancias dentro del oficialismo brasileño.

 El PT tiene muchas debilidades en la administración de gobiernos regionales y municipales, explica el presidente de la Asociación de Profesionales Internacionalistas de Santa Cruz, Hugo Siles Núñez del Prado. Ha perdido “plazas importantes” como la de Sao Paulo o Río de Janeiro (que fueron del PT antes), “esto les creó la necesidad de contar con aliados que permitan sostener la gobernabilidad”.

 “Sin duda, esto ha favorecido a la salida de Pinto. Las divergencias dentro de la alianza del oficialismo fueron constantes desde el tiempo de Luiz Inácio Lula da Silva y pasaron al gobierno de Rousseff”. Esos desencuentros se vieron también en el asilo a Pinto. Para Brasil, la solicitud “fue procedente en su momento”, pero hubo diferencias en la forma en cómo se iba a tratar el asunto.

 Los allegados del exprefecto de Pando hicieron “las gestiones y el lobby” para que desde el Brasil se gestionara el traslado. La participación de los abogados de Pinto, “altamente conectados con políticos aliados del oficialismo” fue importante, asegura Siles.

 Ésa es “una muestra de que hubo gestiones para la cobertura de la salida”. El abogado Fernando Tiburcio (contratado por Pinto) “incluso hacía amenazas de procesos a diplomáticos por no exigir un salvoconducto”.

 Al final, Pinto salió irregularmente sin salvoconducto, con cuatro arraigos en su contra, 13 procesos por delitos comunes (lo que en teoría lo inhabilita para que un país pueda concederle asilo político) y una sentencia por corrupción (lo que de igual modo lo invalida para ser asilado). El canciller de Bolivia, David Choquehuanca, afirmó el lunes que Brasil violó tres tratados internacionales, uno de ellos la Convención de Caracas, sobre el asilo político.

 El analista Reymi Ferreira coincide en que la crisis interna fue propicia para Pinto y recuerda que incluso antes de que se le concediera el asilo ya habían discrepancias al respecto. La Procuraduría del país vecino, “que responde a la Presidenta”, se negaba a otorgarlo... “La coalición es frágil y la línea ideológica de sus componentes es diversa. Esto se reflejo en el asunto”.

 Ejemplos de contradicciones se vieron también cuando “el Senado brasileño se opuso al ingreso de Venezuela al Mercosur. Ésa es una muestra de la falta de homogeneidad en la coalición; ahora se ve con mayor fuerza. Incluso niveles subalternos de la diplomacia no tienen disciplina”.

 La influencia de estos desencuentros “afectó indirectamente”: “El hecho de que Pinto logre llegar al territorio muestra estas contradicciones”. Primero se le favoreció con la concesión de asilo —argumenta— “por la influencia de estas fuerzas que finalmente impusieron a la mayoría sus criterios”;  con la salida del senador, sin la venia boliviana, terminan de “mostrar las pugnas”.

 “Ahora, sólo falta que se tramite el asilo político en donde, otra vez, se verá este tironeo dentro de la coalición de personas ideológicamente dispares, pero que son aliadas”, concluye Ferreira.

 El periodista y exembajador de Bolivia en el Brasil José Gringo González también llega a la conclusión de que el embrollo en que se encuentra el oficialismo brasileño jugó a favor de la salida de Pinto.

 Para afirmar esto, hace una argumentación fundamentada en un ejemplo. En noviembre del año pasado —relata— los más de 400 diputados fueron a votar un proyecto de ley sobre la forma de repartir la regalías del petróleo.

 La coalición está formada por nueve miembros: el PT; el PMDB, el principal aliado; el Partido Social Democrático (PSD); el Partido Progresista (PP); el Partido Republicano (PR); el Partido Democrático Trabajador (PDT); el Partido Socialista Brasileño (PSB); el Partido Comunista de Brasil (PCdoB); el Partido de la Movilización Social (PMS) y el Partido Social Cristiano (PSC).

 Rousseff instruyó que se vote por la opción “no”.  En esa sesión pasó lo siguiente:  PT: “no” 75 votos; PMDB: “no” 45,  “sí”, 21; PSD:“no” 5, “sí” 37; PP: “no” 12, “sí” 20; PR: “no” 6, “sí” 20; PDT: “no” 7, “sí” 14; PSB: “no” 14, “sí” 12; PCdoB: “no” 10; PMS: “sí” 1; y PSC: “no” 4, “sí” 7. Al final, sumados los votos por el “sí” de los “aliados” de la Presidenta a los votos por el “sí” de todos los diputados opositores, “resultó que Dilma perdió”.

 Según González, esta fórmula se puede “aplicar” a cualquier tema. “El de Pinto, por ejemplo, y se verá que el resultado será siempre impredecible”. Se comprende entonces que “la actuación del senador Fernando Ferraço” (prominente miembro  del partido cogobernante PMDB, del cual es miembro el vicepresidente Michel Temer) “no debiera extrañarnos. Mucho menos si repasamos el palmarés de Ferraço”, dice con ironía.

 Y se ve que en su carrera política ya fue miembro del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), del PTB (Partido Trabalhista Brasileiro) y del PPS (Partido Popular Socialista)”. En cuanto al PMDB, al que pertenece Ferraço, es un partido “que no se sabe cómo sigue existiendo, se ha aliado con todos”, explica.

 Sin embargo, Siles afirma que tales alianzas son necesarias por el “complejo sistema de partidos multipartidista” que tienen, el que obliga al desarrollo de acuerdos y alianzas en el Congreso para asegurar una “gobernabilidad parlamentaria” y “la propia supervivencia del Gobierno y del PT”. Se trata de “un inédito sistema presidencialista, con un gran influjo parlamentario”.

 Añade, sin embargo, que será “muy complejo” para el gobierno de Rousseff, que necesita del respaldo de las otras fuerzas políticas aliadas con representación parlamentaria, “mantener el caso Pinto en el letargo y por más tiempo”.

 Consecuentemente con esta fragilidad oficialista, la oposición se agarró de la polémica. Según el economista boliviano Horst Grebe, quien sigue la coyuntura de Brasil, Pinto ha sido un tema de “alta sensibilidad política”. Para la oposición, Saboia es “poco menos que un héroe”.

 Parece que la operación tuvo el apoyo del PMDB, partido aliado del PT. “Esas tensiones internas han favorecido el operativo de salida del senador”, señala y se pregunta si la polémica significa el alejamiento final del PMDB de la alianza con Rousseff.

 Asimismo, parte de la Comisión de Relaciones Internacionales, presidida por Ferraço, está dividida en gente que pidió a Itamaraty (llamada así la Cancillería de Brasil por el lugar de sus oficinas) no perseguir a Saboia con el argumento de que su acción fue humanitaria, que es como él mismo se justificó.

 La oposición brasileña —cuenta González— nunca aceptó que la relación Bolivia-Brasil sea horizontal. “Siempre pensaron que Brasil no tenía por qué tratar de igual a igual a nuestro país”; con cada “pretexto” en que veían que Brasil era “demasiado condescendiente con Bolivia” atacaban a Lula y ahora atacan a Rousseff.

 La huida de Pinto puso aún más al descubierto la crisis interna de la coalición y desembocó en el “enroque” del canciller Antonio Patriota, que fue obligado a renunciar y fue enviado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Se puede pensar que ahí tendrá un rol importante, pero eso puede ponerse en cuestión si se considera que Brasil terminó su rol como miembro del Consejo de Seguridad del organismo.

 González recuerda que Patriota, en su discurso ante el Senado, antes de ser posesionado, manifestó que escuchaba Estados Unidos y se emocionaba. Entonces, el exdiplomático menciona que el ahora embajador de Brasil en la ONU tiene muy buenas relaciones con Washington y con la familia Clinton, por lo que Rousseff “lo saca y lo pone en Nueva York para aprovechar eso”. Hasta el miércoles, sólo se había dicho desde Brasil que Pinto esperaba una decisión técnica, no política, sobre su situación.

 ‘Oposición no considera a Bolivia su igual’: José González, exembajador en Brasil

 La oposición brasileña siempre consideró que la relación que su país tiene con Bolivia no debería ser horizontal, que Bolivia no merece ser tratada como su igual. Con el caso Pinto no fue diferente. Consideran que Bolivia no es su igual. Así, cualquier supuesta concesión es utilizada para desgastar al gobierno de Rousseff, al igual que lo hicieron en los tiempos de Lula da Silva.

 ‘Coalición de Brasil discrepaba sobre Pinto’: Hugo Siles, internacionalista

 Sin lugar a dudas que el caso de Róger Pinto, dentro de la coalición de partidos y alianzas del oficialismo en Brasil, tiene diferentes posiciones e interpretaciones, una de ellas endurecer la posición del Brasil con Bolivia frente al asilo del senador, incluso condicionando la propia relación de la presidenta Dilma Rousseff con el presidente Evo Morales.

 ‘Coalición brasileña mostró su fragilidad’: Reymi Ferreira, analista

 Lo sucedido con Pinto y las contradicciones sobre qué hacer al respecto dentro de la coalición han mostrado que ésta es frágil. Las diversas líneas ideológicas de sus componentes, de alguna manera, se han reflejado en contradicciones anteriores, como cuando unos no querían que Venezuela entre al Mercosur. Ahora se refleja con mayor fuerza por lo sucedido con Pinto.

 ‘Pinto fue un tema de sensibilidad en Brasil’: Horst Grebe, economista

 Róger Pinto fue un tema de alta sensibilidad política en Brasil, afirmación altamente válida. Rousseff ha desautorizado la operación de Saboia. Además, ha castigado a Patriota y a Biato. Aunque para la oposición Saboia es casi un héroe. Hay una crisis interna en el oficialismo, parece que la acción tuvo la participación del PMDB, ¿en qué medida eso será un alejamiento del PMDB?

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Se relata el papel de los actores con un rol en la salida del senador Róger Pinto al Brasil. En la segunda parte se hace una suerte de radiografía de Itamaraty, desde la percepción del exembajador de Bolivia en Brasil, José ‘Gringo’ González.

La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz

00:06 / 01 de septiembre de 2013

 Es comparable la fuga del senador Róger Pinto a Brasil con una película, para algunos cómica (en sentido clásico), y para otros, trágica. El primer caso corresponde a la percepción de la oposición boliviana y el segundo, a la oficialista. ¿Pero quién es quién en el elenco de la trama? El tiempo hará la clasificación del género, mientras se tiene a continuación a los protagonistas...

 La “Prima Donna” de la opereta es el senador por Convergencia Nacional (CN) Róger Pinto Molina, que antes fue diputado por Acción Democrática Nacionalista (ADN) durante el gobierno de 1997 del exdictador Hugo Banzer Suárez y luego senador, en 2005, por la escisión de ADN, Poder Democrático y Social (Podemos).

 Con más juicios relacionados con corrupción, vinculación en la masacre del Porvenir en 2008 y otros por delitos comunes (tenía cinco por de- sacato, figura que luego fue declarada inconstitucional), dijo ser un perseguido político y se refugió en la embajada brasileña en La Paz. El 8 de junio de 2012, Brasil le otorgó el asilo.

 Marcel Biato, embajador en Bolivia ese momento, fue acusado de gestionar la protección. Evo Morales se refería a él como el “desestabilizador”. Recibió el “castigo” de Brasil y fue retirado de las funciones que iba a cumplir pronto en Suecia.

 El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, fue quien más denunció los delitos de los que se acusa a Pinto. Bolivia se negó de conceder al senador el salvoconducto, con el argumento de que éste no es perseguido político y es procesado por delitos comunes.

 Por otro lado, los líderes opositores jugaban un rol mediático con la excusa de que el Gobierno no respeta las leyes internacionales sobre el asilo. Asumieron ese rol en la representación Samuel Doria Medina y Rubén Costas, como los más visibles.

 Tras la salida de Biato, el segundo en la embajada, Eduardo Saboia, asumió el papel de Encargado de Negocios. Él fue quien condujo a Pinto a la frontera de Brasil con la justificación de “razones humanitarias”, pues arguyó haber creído como reales las intenciones del asilado de suicidarse. Creyente cristiano (escuchó “la voz de Dios” para decidir), fue retirado de su cargo e Itamaraty le abrió un proceso de investigación.

 El senador brasileño Fernando Ferraço recibió en la frontera a Pinto y defiende su actuación. Al ruedo entró también el ahora excanciller Antonio Patriota, quien fue separado de sus funciones y, más tarde, expresó, como la presidenta Dilma Rousseff, que no estuvo de acuerdo con el cómo fue la salida asistida de Pinto.

 Lo sucedido en el caso del senador y las consecuencias en las relaciones de Bolivia y Brasil es inédito. No hay registro visible sobre cómo un caso particular termina con el cargo de un canciller, un embajador y un encargado de Negocios, al menos.

 Itamaraty, ese  ‘país’ que a veces se lleva bien con Brasil

 El título es una paráfrasis del alto dirigente del Partido de los Trabajadores y asesor de Asuntos Internacionales del gobierno de Dilma Rousseff, Marco Aurelio Garcia. “Itamaraty es un país con el que a veces nos llevamos bien”, lo cita el exembajador de Bolivia en Brasil José Gringo González.

 Esta frase resume cómo es la diplomacia brasileña, tan reputada de ser impecable y que pretende ser una institución del Estado y no de un Gobierno. Tal vez el asilo otorgado a Róger Pinto sea un ejemplo de la separación. Otro ejemplo es que sectores de Itamaraty vieron con malos ojos la integración regional promocionada por Lula y Rousseff. “Tienen la vista puesta en Estados Unidos y Europa, no en los países vecinos”, afirma. 

 De primera mano, González describe su impresión de Itamaraty. Quien ingresa a la escuela diplomática brasileña “es una persona acomodada y con apellidos”. Así, por ejemplo, asegura que, siendo Brasil un país de mayoría negra, nunca conoció un solo diplomático de Itamaraty que sea de raza negra, o cuando menos mulata, ni uno.

 Para ingresar se debe tener una formación impecable, con licenciaturas y estudios de posgrado y manejar varios idiomas. “Es de suponer que nadie de extracción humilde va a cumplir estos requisitos”.

 Una vez que ya han sido aceptados entre los contados elegidos que podrán seguir la carrera diplomática, los estudiantes empiezan una suerte de guerra de “baja intensidad”, pues entre ellos son “competitivos al extremo”.

 González compara Itamaraty y su escuela a las aulas que salen en el film de Pink Floyd, The wall —particularmente cuando suena la canción Another brick on the wall (segunda parte). “Todos en línea, muy obedientes, son idénticos unos a otros, inidentificables, como clones. Todos tienen la misma forma de vestir, la misma forma de hablar, hasta la misma manera de estornudar. Son como un genotipo, todos eficientes”.

 Tienen de una disciplina “casi militar” de obediencia, “incapaces de actuar por propia voluntad. Al superior se mira con sumisión”, por eso es muy curiosa la actuación subalterna en el caso Pinto del encargado de Negocios en Bolivia, Eduardo Saboia.

 Esta “oveja negra” se oscurece aún más cuando González describe que si hay un diplomático de rango superior en la sala, “los demás no abren la boca, ni preguntan, salvo que el superior les pregunte. Nunca opinan nada”, siempre “son neutrales”, no toman nunca posición, pues no saben” qué Gobierno podría llegar”.




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