A partir de 2006 hay una actitud distinta hacia Estados Unidos. Con la expulsión de Usaid se da continuidad a otra forma de relacionamiento. Bolivia rechaza la anterior modalidad vertical y la replantea poco a poco.
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Bolivia, en particular, y América Latina, en general, comenzaron a encarar un modo de relacionamiento bilateral con Estados Unidos radicalmente distinto al de los años 90, momento en que ambas partes no tenían la misma jerarquía desde ningún punto de vista, en el que había una verticalidad ejercida por la potencia hacia sus “aliados” más débiles.
Esto ha cambiado en la región y en Bolivia, país del que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) debe retirarse en tres meses tras haber sido expulsada por el presidente Evo Morales en el Día del Trabajador, quien la acusó de interferir en la política nacional y evadir información en detalle sobre cómo distribuye sus recursos económicos.
“La manera de llevar las relaciones tradicionales (con Estados Unidos) ya no va más, por lo que la decisión es acertada”, dice Manuel Canelas, candidato a doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.
Considera que ese comportamiento no es sólo en Bolivia, sino en toda la región. Todos “los gobiernos de izquierda de Latinoamérica” han pedido a Estados Unidos, “con mayor o menor intensidad”, replantear sus relaciones, lo cual “no pasa por prescindir de ellas, lo que tampoco creo que sea la intención del Gobierno”.
Según Canelas, en este momento de tensión, no conviene romper totalmente con Estados Unidos, pero tampoco resulta apropiado mantener el tipo de relación que primaba antes de 2003. Entre Bolivia y Estados Unidos se establecieron nuevas reglas en sus vínculos a partir del Convenio Marco de Relaciones Bilaterales de Mutuo Respeto y Colaboración —conocido como Acuerdo Marco de Entendimiento— firmado en diciembre de 2011 en Washington.
Entre los pasajes de ese documento que cambian el modo de “interactuar” entre los Estados parte, los más importantes son los incisos 2 y 3 del artículo 1, que funda como principio para los signatarios: “2. El deber de abstenerse de intervenir en asuntos internos de otro Estado” y “3. El derecho de cada Estado a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social”.
Según se infiere de las justificaciones del Gobierno, ambos puntos han sido vulnerados por Usaid y Estados Unidos, aunque la Cancillería aún no se ha manifestado sobre la futura vigencia de este pacto.
Róger Cortez, analista y exlíder del Partido Socialista 1 (PS-1), explica que el cambio de comportamiento de los países de América Latina, incluyendo a Bolivia, respecto de la potencia del norte, se debe a que se vive una época “totalmente distinta”. “En la década que ha transcurrido se han producido modificaciones sustantivas a escala internacional, principalmente por el eclipsamiento de Estados Unidos como potencia unipolar”, analiza.
Poderes. En su criterio, la situación con que se inauguró el siglo XXI fue sustituida por la “multiplicidad de poderes”, una reestructuración de la economía y la distribución de la administración del poder. “En ese sentido, la influencia regional decisiva, única y omnímoda de Estados Unidos ha desaparecido, lo pudimos ver cuando Bolivia rompió relaciones y Honduras le siguió; eso era imposible hace más años”. Así, hay un conjunto de países, “entre los cuales está Bolivia”, que “han avanzado y tienen gobiernos fuertes” sin la potencia mundial.
En septiembre de 2008, Bolivia expulsó al entonces embajador estadounidense en el país, Philip Goldberg (en contrapartida, Washington hizo lo propio con Gustavo Guzmán). Dos meses después suspendió las actividades de la DEA (Drug Enforcement Administration) y este año decidió expulsar a Usaid. Por las dos argumentaciones dadas hasta ahora se puede concluir que el país es capaz de desarrollarse sin Washington, sin mayores consecuencias.
El delegado presidencial de la Agenda 2025, César Navarro, va más allá. “Es Estados Unidos el que no puede vivir sin Bolivia y Latinoamérica, pues su control geopolítico le daba un poder que ha perdido”.
Si se revisa la historia, Estados Unidos es el único país que ha estado en más guerras con otras naciones desde el mismo día de su independencia, ininterrumpidamente, hasta la actualidad, lo que le causa desaprobación y rechazo en muchas partes del mundo.
Aunque algunos sectores de oposición consideran que el repudio es solamente iniciativa particular del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido de gobierno, Cortez recuerda que el malestar en Bolivia hacia Estados Unidos ha sido una actitud característica de la izquierda en su conjunto, y “el oficialismo ha sido influenciado por ésta”, aunque, en el caso particular de Usaid, ciertos comportamientos tienen que ver con la “dramaturgia de algunos personajes del Gobierno que siguen campañas de su agenda personal y se amparan en la tradición de la izquierda que describo”. Dentro de esta nueva situación de las relaciones entre ambos gobiernos, lo característico ha sido “la extrema impericia de los encargados de ambos países”, juzga Cortez.
Por un lado, en el caso de Estados Unidos la ineptitud está en la “inercia de una política completamente arcaica e insostenible” no sólo hacia Bolivia, sino hacia Latinoamérica; por el otro, en el Estado boliviano se ve la torpeza de “determinar la ruptura por un afán publicitario pirotécnico de segmentos y personajes” dentro del Ejecutivo. “La conjunción de estas dos conductas viciosas generó una situación absurda en la relación”, opina. Romano Paz, politólogo, también admite que Bolivia “puede vivir” sin aquel país, aunque “mientras la economía así lo permita”.
Considera que detrás del despido de Usaid está la intención de “asfixiar económicamente a la oposición intelectual: Así, las personas críticas al Gobierno tienen cada vez menos posibilidades laborales, mostrando su intolerancia a cualquier crítica aún cuando ésta no sea de políticos (de profesión)”.
Óscar Ortiz, expresidente del Senado y miembro del bloque opositor que busca unir, junto a Rubén Costas, a todos los frentes contrarios al MAS en las próximas elecciones de 2014, también cree que la ruptura “no se va a sentir en el corto plazo”, aunque subraya que desde hace unos años la presencia estadounidense es “bastante limitada”. No obstante, coincide con Paz en sentido que no afectará mientras la situación económica lo permita.
Sobre las acusaciones del diputado del MAS Galo Bonifaz, que aseguró que Estados Unidos, “a través de su brazo operativo, Usaid”, fomentó alianzas para enfrentar electoralmente al Presidente, Ortiz tacha la declaración de “absolutamente mentirosa” y recuerda que hace tiempo Usaid “no hace otra cosa que tratar de quedar bien con el Gobierno, para lo que ha tratado de evitar cualquier contacto con la oposición”.
En opinión del excanciller Javier Murillo de la Rocha, seguramente el Gobierno debe tener razones suficientes para echar a Usaid del país. Asimismo, supone que el Estado ha “debido sopesar el costo-beneficio de no tener relaciones con la primera potencia mundial”. Este alejamiento “es el mayor” que se ha visto “en el camino” de buscar un punto de equilibrio, creo que se va a entrar en un statu quo “prolongado”, es decir, no va a agudizarse el desencuentro ni se van a cortar completamente los canales de comunicación.
Además de la inminente salida de Usaid y el cese de tareas de la DEA y la CIA, Washington espera una respuesta de Bolivia para el intercambio de embajadores. El presidente Evo Morales constantemente expresa que es innecesaria la reposición de esas autoridades diplomáticas.
Usaid en Bolivia, una historia de décadas
La cooperación de Estados Unidos con Bolivia, a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), data de hace más de 45 años. En 1964, el Gobierno estadounidense concedió el primer préstamo a La Paz. El monto se usó para construir el aeropuerto internacional de El Alto (antes llamado John F. Kennedy). Durante los años 60 y 70, Usaid atendió las necesidades básicas de las áreas rurales de Bolivia y en los 80 priorizó la protección al medio ambiente y la salud.
No obstante, desde 2005 se observa una disminución progresiva de las cantidades de recursos económicos destinados al país: en 2005 dispuso $us 92,786 millones para ayuda; en 2006, $us 90,704 millones; en 2007, $us 89,118 millones; en 2008, $us 68,701 millones; en 2009, $us 56,201 millones; en 2010, $us 54,138 millones; en 2011, $us 26,317 y en 2012, $us 23,1 millones.
Ya en 2011, el Gobierno denunció que ocho proyectos de cooperación de la agencia destinaban recursos para “dividir” a los sectores sociales y “conspirar” contra Evo Morales. El organismo estadounidense, desde Washington, declaró que las acusaciones eran y son “falsas”. Se le acusa, actualmente, de financiar a la oposición política fomentando una alianza única para enfrentar a Morales en las elecciones generales del 2014.
El vocero del departamento de Estado, Patrick Ventrell, contestó institucionalmente: “Estados Unidos lamenta profundamente la decisión del Gobierno boliviano de expulsar a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Negamos las acusaciones sin fundamento hechas por el Gobierno boliviano. El propósito de Usaid en Bolivia desde 1964 ha sido ayudar”.
‘(EEUU) No informa, da datos generales’: Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia
El Gobierno pide a través de una nota oficial “infórmenos cómo distribuyen los recursos económicos de cooperación [...]”. No nos informan; nos dan datos generales y se apoyan en sus leyes para privarnos del conocimiento y de la información [...], algo que viola la Constitución porque no puede haber ninguna agencia internacional [...] que no transparente sus recursos. (03-05-13)
‘La expulsión es un cálculo electoral’: Óscar Ortiz es líder del opositor Consenso Popular
La expulsión es la continuación de una serie de medidas en función de cálculos políticos electorales, buscando un impacto mediático y quizás también una consecuencia de sentimientos personales contra Estados Unidos, del Presidente y algunos otros líderes del Movimiento Al Socialismo (MAS), todo como resultado de la lucha contra el narcotráfico.
‘No dudo, Usaid hizo tareas de inteligencia’: Róger Cortez es analista político
No tengo la menor duda de que Usaid y otras agencias formalmente no vinculadas a la inteligencia han cumplido tareas de inteligencia relacionadas a lo policial-militar, lo que no debería haber ocurrido; eso está bastante fundamentado en Bolivia y la región. Hay experiencias frescas, con indicios vehementes de su participación en el periodo de tensión de 2007 y 2008.
‘Las relaciones han cambiado para bien’: Manuel Canelas es cientista político
Las relaciones con Estados Unidos han cambiado para bien, en el sentido de que ahora hay ministros que pueden, de manera directa y pública, criticar a la embajada estadounidense. En los 90, los miembros del Poder Ejecutivo se peleaban por ir a las recepciones del 4 de julio. Esas prácticas pueden ser cotejadas claramente por el poco tiempo que pasó.
‘Ningún Estado coopera desinteresadamente’: Romano Paz es politólogo
Ningún Estado coopera desinteresadamente. Así, también habría que pedir a Venezuela y Cuba que hagan transparente la ayuda, pero el Gobierno de Morales se ensaña con toda clase de organización que financie cualquier tipo de oposición, no sólo a la oposición política, sino también a la intelectual y académica que ni siquiera era activa políticamente.
‘Hay que desideologizar las relaciones externas’: Javier Murillo de la Rocha, excanciller de Bolivia
No corresponde juzgar la decisión del Gobierno, que debe tener sus razones para haber hecho lo que hizo. Lo que advierto es que vendrá un statu quo de la situación actual. Lo aconsejable es desideologizar el relacionamiento externo; eso significa aplicar el principio de la universalidad, es decir, fomentar las relaciones con todos los países de mundo sin excepción.