lunes, 10 de octubre de 2022

CUATRO DÉCADAS DE DEMOCRACIA EN BOLIVIA

 


CUATRO DÉCADAS DE DEMOCRACIA  

                                                                               William Herrera Áñez(*)

El pueblo boliviano celebra este 10 de octubre cuatro décadas de la reconquista del sistema democrático y las libertades fundamentales. La democracia representativa ha convertido al pueblo —titular de la soberanía— en el protagonista de la conformación del poder público y sus múltiples instituciones. La Constitución establece que la “soberanía reside en el pueblo, se ejerce de forma directa y delegada, y de ella emanan, por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder público; es inalienable e imprescriptible (art. 7).

Las reglas democráticas constituyen un método para tomar decisiones con unas características muy particulares. El pueblo tiene el legítimo derecho de aceptar o rechazar a las personas que han de gobernarles. En principio, se funda en la hipótesis de que todos pueden opinar y decidir sobre todo, y cada ciudadano es el mejor juez de sus propios intereses, ya que se supone que una persona madura, mayor de edad, sabe muy bien lo que le conviene y adopta sus decisiones responsablemente.

El pluralismo, la democracia política, la crítica, entre otros atributos, resultan imprescindibles para construir cualquier otra forma de democracia como la social, la económica, la cultural, etc. Los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, no es perforándola ni poniéndoles palos a la rueda. Los países en los que se han alcanzado mejores niveles de vida, libertad, igualdad, bienestar y prosperidad, son países democráticos.

            En democracia decide la mayoría, siempre y cuando esa mayoría haya respetado las formas y los límites constitucionales. Entre esos límites figura la separación de poderes, el control social, la fiscalización, la transparencia de la cosa pública, la alternabilidad en el ejercicio del poder, el período presidencial de 5 años y una sola relección. El respeto a las minorías, la tolerancia política, el consenso, el diálogo, el debate democrático, la libertad de expresión, son imprescindibles para una verdadera convivencia democrática. Y como el juez tiene que garantizar los derechos fundamentales y los valores democráticos, sin independencia judicial no existe Estado Constitucional de Derecho, ni es posible la verdadera democracia.

En general, las movilizaciones ciudadanas (como el cabildo) tienen que ser una llamada de atención, y constituyen un síntoma de que algo no está funcionando bien y los gobernantes deben tomar muy en cuenta, reflexionar y comenzar a buscar una respuesta satisfactoria. Pero no sólo deben poner atención al reclamo ciudadano, sino fundamentalmente tienen que saber escuchar a esa mayoría silenciosa, que se queda en su centro de confort pero que tiene el poder de hacerse sentir con el voto en las urnas.

El consentimiento de los gobernados es la fuente última de legitimación del poder y ese consentimiento o respaldo no se presume, sino que es verificable fehacientemente, mediante elecciones limpias, fiables y competitivas. Sin embargo, el Movimiento al Socialismo parece decidido a torpedear los valores democráticos e imponer el pensamiento único con la finalidad de eternizarse en el poder.

Con el propósito de cambiar este clima autoritario y polarizado, el gobierno tiene que allanarse a una reforma judicial, transparentar la administración pública, mejorar la gestión gubernamental, combatir la corrupción y generar confianza ciudadana. La transparencia es “el mejor desinfectante” contra la corrupción. Que la mayoría de los ex mandatarios de Latinoamérica, se encuentren sometidos a la justicia por actos de corrupción evidencia, por un lado, que este “monstruo” ha trepado alto y, por otro, la voluntad política de luchar contra este flagelo, que amenaza la institucionalidad democrática.

La democracia en Bolivia se encuentra herida de muerte y sistemáticamente amenazada por el poder político, la cultura de la intolerancia, la censura a los medios de comunicación social, el hiperpresidencialismo, la instrumentación de la justicia, la persecución a los opositores, entre otros factores. Los gobernantes siempre deben tener presente que en democracia las formas, los modos, los procedimientos, los ritos, los gestos, son tan importantes como los contenidos. En fin, la historia de la democracia está llena de pequeñas miserias humanas, de imperfecciones, de frustraciones, pero la historia del fascismo, del comunismo, de los totalitarismos, es sencillamente un horror.

 

 



(*) Jurista y autor de varios libros.


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