PALABRAS DE LA AUTORA EN OCASIÓN DE LA
PRESENTACIÓN DEL LIBRO
SEÑORA
DECANA
SEÑORA
MAGISTRADA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
SEÑOR
VOCAL DEL TRIBUNAL DEPARTAMENTAL DE JUSTICIA
SEÑORA
JUEZA DE MATERIA DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
SEÑORA
PRESIDENTE DE LA ACADEMIA BOLIVIANA DE ESTUDIOS CONSTITUCIONALES
SEÑORES
DOCENTES
SEÑOR
DIRECTOR DE LA EDITORIAL “EL PAIS”
ESTUDIANTES,
AMIGOS, COMPAÑEROS DE ESTUDIOS, FAMILIA QUERIDA.
No
es la primera vez que enfrento un reto de esta magnitud, pero sí la que más me
emociona y, confieso, también la que más me estremece.
Hoy
recurro a la palabra escrita para poder compartir con ustedes no solo mi
experiencia, sino también mi sentir, y evitar que los nervios me arrebaten
recuerdos que guardo con tanto amor.
A
poco de obtener mi título de abogada en esta Facultad, tuve la fortuna de
ingresar como asistente en el Bufete del Dr. Willman Durán Ribera, allí no solo
encontré trabajo, sino, amor, sabiduría, trato cordial y respetuoso. Cada
memorial fue construido con el código en la mano y el dolor del cliente que
esperaba respeto a sus derechos agraviados. Allí aprendí que el tiempo no
retrocede y que todo crece según sea nuestro empeño.
Pronto
la vida me puso al frente Tribunal Constitucional, donde para ingresar había
que pasar por una rigurosa selección. Lo que aprendí en estas aulas y la afinación
del Bufete del Dr. Durán, hicieron su efecto, el puesto de Letrada fue mío,
porque mi pasión por la justicia, el amor a la Constitución estaba respaldada
por mi competencia profesional.
Desde
entonces, y luego de haber recibido mis primarias enseñanzas del que denominé
mi Maestro y el Maestro del Derecho Constitucional, el pionero de la
interpretación y argumentación en Bolivia, continué mi formación, bajo la guía
de juristas a quienes guardo profundo respeto, como el recordado Dr. Hugo de la
Rocha Navarro y el Dr. José Antonio Rivera Santivañez, encontré mi camino en el
derecho constitucional y procesal, sendero que sigo recorriendo hasta hoy con
convicción y sin claudicar.
Renuncié
a ese cargo en 2006, pero la vida me llevó por otros ámbitos donde el espíritu
constitucional seguía presente, como el Derecho Tributario, y el Derecho
Arbitral. Más tarde, en 2013, me golpeó una dura verdad: las resoluciones de la
jurisdicción constitucional ya no tenían la fuerza transformadora que alguna
vez las distinguió. Se habían convertido en declaraciones que no lograban
materializarse en la vida de la gente. Ese dolor fue mi motor para volver a la
academia y retomar mis estudios doctorales en 2017, con una promesa íntima:
investigar el fenómeno del incumplimiento de las sentencias constitucionales,
sus causas y sus efectos en un Estado que se autodenomina Constitucional.
Tuve
también la fortuna —o quizá el designio del Señor— de contar con un guía
excepcional en la construcción de esta obra: el Dr. Jorge Asbún Rojas, tutor de
mi tesis. Hablar de él es hablar de un meritorio profesional boliviano, creador
de la Academia Boliviana de Estudios Constitucionales y primer abogado de
nuestro país en obtener el grado de Doctor en Derecho Constitucional. Con una
vocación inconmensurable de servicio a la justicia y a la ética, desde el
ejercicio libre de la profesión ha provocado cambios profundos en la justicia
constitucional boliviana, dejando huellas que alcanzaron incluso al propio
Tribunal Constitucional, el cual recogió sus enseñanzas y sembradíos
intelectuales, a través de sendas acciones constitucionales.
Su
sabiduría para mí, luego de mi Maestro, marcó nuevos y fecundos surcos en el
ámbito constitucional. Tener como guía una calidad humana y académica tan alta,
me permitió caminar segura en la búsqueda de lo justo, de la verdad y de lo que
el derecho ordena; sin desviaciones, sin titubeos, recorriendo un sendero recto
y luminoso hacia la felicidad que brinda la justicia cumplida.
Así
nació este libro. Una obra que no es solo técnica, sino profundamente sentida.
Porque cada incumplimiento no es un dato frío, sino un calvario para quienes
buscan justicia. Hay resoluciones que esperan años, décadas, para cumplirse, y
otras que nunca llegan a materializarse. Cada derecho vulnerado es una herida
abierta en nuestra Constitución, y cada tutela incumplida nos habla de un
Estado que, en lugar de proteger, hiere, abandona y nos olvida.
Creo
firmemente que, así como el corazón bombea la sangre que da vida en el cuerpo
humano, la Constitución late en la vida de un pueblo. Cuando el corazón se
daña, acudimos al cardiólogo; cuando la Constitución se vulnera, acudimos al
juez constitucional. Ellos son —o deberían ser— los médicos que devuelvan la salud
a la sociedad, dignidad a las personas y paz al Estado. No hay honor más grande
que ser guardián de la Constitución.
Este
libro es fruto de esa pasión y de esa lucha. No busca cansarles con
tecnicismos, sino despertar conciencia sobre la importancia de respetar la
Constitución, porque en ella se juega la felicidad de nuestros pueblos y el
porvenir de nuestra democracia.
Para
los estudiantes y estudiosos del Derecho Constitucional, este libro es un
manual simple, que contiene los pasos reglamentarios a seguir en el camino de
búsqueda de dar a cada quien lo que en derecho le corresponde.
En
cada página está mi amor y experiencia ganada en muchos años de lucha por la
verdad. Este libro, solo pretende algo muy valioso, ser tu amigo incondicional
que te acompañará en las duras batallas frente al Juez, que busca en ti, la
palabra mágica en la que encuentra su razón para fallar la causa.
Gracias,
de todo corazón, por acompañarme hoy en este momento tan especial.
Santa Cruz, 21 de agosto de 2025.
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