lunes, 16 de abril de 2012

La verdad sobre el Tratado de 1904


La verdad sobre el Tratado de 1904

Un análisis histórico documentado sobre la coerción de Chile a Bolivia

La Razón / Juan Lanchipa Ponce

ANIMAL POLÍTICO / 15 de abril de 2012

El 8 de abril, en este mismo espacio de prensa, el historiador chileno Cristian Garay publicó el artículo “Despejando mitos en torno al Tratado de 1904”, en el que el autor muestra una vil actitud mentirosa y desleal con la historia y tiende a generar responsabilidades en los bolivianos y excluir de ella a la oligarquía chilena, quienes elaboraron el documento del injusto Tratado de 1904. Nadie puede imaginarse, conscientemente, que un país atente en su contra y provoque su desgracia. En ese sentido, presento las aclaraciones pertinentes de los discutibles argumentos presentados por dicho autor:

Un mito es una narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico a los que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen. Los mitos tienen como función primordial convertir el “había una vez” en verdades históricas y colocar una aureola sacrosanta alrededor de la “historia oficial” para buscar, en último término, encubrir vergüenzas históricas y legitimar situaciones presentes.
 
Tal definición es llanamente aplicable a gran parte de la historiografía chilena (salvando notables excepciones), pero en especial al artículo de Garay por el cual intenta reforzar el “mito del consentimiento boliviano al Tratado de 1904”, ficción replicable bajo la siguiente evidencia:

a) 20 años de manipulación, traición y asfixia comercial: Los portavoces del Gobierno chileno reiteran hasta el cansancio que el Tratado de 1904 fue suscrito 20 años luego del cese de las hostilidades, pero evitan hablar de lo que sucedió en este ínterin: 1) Al firmarse el Pacto de Tregua de 1884 entre Bolivia y Chile, nuestros diplomáticos Belisario Boeto y Belisario Salinas dejaron constancia de que “Bolivia no puede resignarse a la carencia absoluta de un punto de comunicación con el Pacífico sin riesgo de condenarse a una perpetua clausura y a una existencia penosa, aún en medio de sus grandes elementos de riqueza. Cree que ésta última perspectiva no consultaría el interés de Chile, que dejaría así sembrados para el porvenir elementos de perturbación y de dislocación política continental”. 2) La voluntad insoslayable que llevó a que Chile buscará otorgar a Bolivia una salida soberana al mar desde 1892 a 1898, a través de la cesión de Tacna y Arica a Bolivia por el Tratado de Transferencia de Territorio de 1895, acuerdo que se dilató manipulando las expectativas del país, para finalmente abandonarlo unilateralmente luego de que se distendiera el clima bélico que reinaba entre Chile y Argentina en este mismo periodo y que concluyó en 1899, momento donde descaradamente Chile archivó estos acuerdos. 3) Apaciguados sus problemas con Argentina en 1900, el Gobierno de Chile concibió dar una “solución final” al reclamo de Bolivia a través de dos frentes: desmembrar a Bolivia engulléndola en un festín geófago con los vecinos, y si ello fallaba, intimidarla militar y económicamente a claudicar sus derechos en contubernio con las oligarquías de Bolivia de dicho periodo.

Para lo primero, Chile acreditó en el Perú al embajador Ángel Custodio Vicuña, quien, en enero de 1900, se reunió con exautoridades peruanas para “proponer al Perú la división de Bolivia en tres zonas que se repartirían entre Chile, Perú y Brasil, excluyéndose a la Argentina de toda participación” (Eyzaguirre, Jaime. Chile durante el gobierno Errázuriz Echaurren. Pág. 176).

La divulgación de este plan llegó a los oídos del presidente peruano López de Romaña, quien el 26 de mayo de 1901 emitió una circular diplomática a todos los gobiernos extranjeros denunciando este plan (Archivo MRE Perú), acto que afortunadamente detuvo oportunamente estas nefastas gestiones. Frustrado el plan, ingresó en escena el embajador chileno en Bolivia, Abraham König, quien de manera explícita dio un ultimátum al Gobierno boliviano para acelerar un tratado de “paz”, mediante la nota diplomática de fecha 13 de agosto de 1900, en la que como portavoz del Gobierno de Chile señaló que de insistir en su salida al mar “Bolivia se presentaría en actitud hostil y no tranquila y pacífica, por el hecho sólo de sustentar tan temeraria pretensión”. Explicando luego lo que ocurriría si Bolivia tuviera puerto nuevamente, señalaba: “En tiempo de guerra las fuerzas de Chile se apoderarían del único puerto boliviano con la misma facilidad con que ocuparon todos los puertos del Litoral de Bolivia en 1879. Esto no es un vano orgullo porque sabido es de todos los que conocen los recursos de mi país, que su poder ofensivo se ha centuplicado en los últimos 20 años”. Amenaza por la que el informe al Congreso de Bolivia, emitido por la Comisión Mixta de Negocios Extranjeros de Bolivia en 1904, expresó: “El rechazo del tratado importaría declaratoria de guerra por parte de Bolivia: la insensatez del suicidio: la entrega de todo el territorio nacional a Chile (…) rechazada la paz por Bolivia, Chile desahuciaría el pacto de tregua obteniendo inmediatamente la neutralidad de todas las naciones que nos rodean, (…) cuyo resultado sería la ocupación militar que Chile hiciera, con toda facilidad, de nuestras plazas principales: Oruro, La Paz, Cochabamba”.

Se debe sumar a esta amenaza latente el hecho de que Bolivia estaba exhausta al haber soportado por 20 años el yugo impuesto por Chile en el Pacto de Tregua, por el cual Chile inundó el mercado boliviano con sus productos y se apoderó de parte de sus rentas aduaneras. Todo lo que en suma precipitó la suscripción del Tratado de 1904.

b) La oficiosa visita del embajador Aramayo a Santiago: Garay señala que en abril de 1902 fue el ministro plenipotenciario de Bolivia en Londres, Félix Avelino Aramayo, quien presentó las bases a Chile para llegar a un acuerdo de paz, por la que Bolivia estaba “dispuesta a abandonar toda pretensión de un puerto en el Pacífico a cambio de concesiones comerciales”. Si bien es cierto que dicha reunión ocurrió, lo que desconoce el historiador chileno es que la cita nunca fue autorizada por el Gobierno de Bolivia, tal como queda comprobado en la Nota de 3 de mayo de 1902 dirigida por el canciller de Bolivia, Eliodoro Villazón, al encargado de Negocios de Chile en Bolivia, Julio Valdez, en la que refiriéndose a estas conferencias se dice: “que espontáneamente celebró el señor Aramayo”, se hace constar que “no tenía ningún carácter oficial y que el mismo no revestía comisión para este efecto, siendo por consecuencia su intervención oficiosa y debida al hecho causal de su tránsito por la capital de Chile” (Archivo MRE Bolivia 1902 a 1904).

c) Las negociaciones secretas se realizaron en La Paz, pero el Tratado fue concebido y firmado en Santiago: Se señala que las “negociaciones, que duraron más de año y medio, se llevaron a cabo casi exclusivamente en la ciudad de La Paz”; pero de ser cierto, ¿qué prueba aquéllo?, ¿otorgaba esto algún poder sobrenatural a los negociadores bolivianos para resistir un tratado que había sido concebido y redactado en Santiago de Chile? (Emilio Bello Codesido, Anotaciones para la historia de las negociaciones diplomáticas con el Perú y Bolivia 1900–1904. Chile. 1919. p. 194.)

Como lo reconoce el historiador chileno Cástulo Martínez en su artículo “Razones por las cuales Chile debería ceder un puerto soberano a Bolivia”, publicado en el periódico Hora 25 en La Paz, en su edición febrero-marzo de 2012, el Tratado de Paz de 1904 fue indudablemente redactado en la Cancillería chilena. Para demostrar esta afirmación cita a Francisco Antonio Encina, autor del libro Las relaciones entre Chile y Bolivia, 1841-1963 (Chile, 1963. p. 253), en el que señala lo siguiente: “Al hacerse cargo de la Cancillería (Emilio) Bello Codesido, encontró cuatro borradores de tratados: uno de Paz, Amistad y Comercio; otro de Construcción de Ferrocarril; un tercero de Liquidación de Créditos; y un cuarto de Intercambio Comercial, que su antecesor no había alcanzado a firmar por desacuerdo de detalles. Salvadas las pequeñas divergencias, los refundió en un solo tratado, que firmó como ministro dimisionario el 20 de octubre de 1904”.

d) El nexo entre las oligarquías bolivianas y chilenas: Garay afirma que las autoridades de Bolivia consideraban que conectar Bolivia por medio de ferrocarriles y el libre tránsito era más importante que obtener un puerto en el Pacífico. Sin embargo, debe aclararse que sólo fueron ciertos políticos bolivianos los que por intereses económicos facilitaron este nefasto acuerdo en complicidad con capitales extranjeros, priorizando un ferrocarril sobre el Litoral boliviano.

Entre las pocas autoridades que promocionaron el Tratado de 1904 podemos nombrar al aludido “barón del estaño” Félix Avelino Aramayo, quien tenía intereses directos en la construcción de ferrocarriles para unir sus minas con las costas del pacífico.

e) Tacna y Arica, la puerta al mar: La afirmación de que Bolivia tenía interés en llegar a un arreglo con Chile antes de que éste lo hiciera con el Perú respecto a las provincias de Tacna y Arica, sólo confirma la tesis de que Bolivia tenía derechos latentes sobre esas provincias que Chile le reconoció. Cabe recordar que el compromiso boliviano de colaborar con Chile en la adquisición de esas provincias (acta secreta del Tratado de 1904) tenía como objetivo final que ambas negociaran sobre ellas a posterioridad.

f) ¿Quién premió a los gestores del Tratado de 1904?: Garay señala que los artífices bolivianos del Tratado de 1904 fueron premiados por el pueblo al ser elegidos para ocupar la máxima magistratura del país. La pregunta de rigor es ¿quiénes eligieron a Villazón y Montes para la Presidencia de Bolivia? Al respecto, esta ingenua y trillada afirmación desconoce que en las elecciones de 1909 y 1913, en Bolivia, regía el voto calificado, esto significaba que para votar y ser elegible se requería ser hombre, alfabetizado, tener propiedad privada y gozar de rentas superiores a los 1.000 pesos; democracia discriminadora en la que las grandes mayorías del país estaban ausentes. Para graficar aquello, sólo 37.845 ciudadanos eligieron a Villazón, es decir el 2% de los casi 1,8 millones de habitantes que tenía Bolivia. Al margen de lo anterior, debe recordarse que en 1910, el canciller boliviano Sánchez Bustamante, por instrucciones del presidente Villazón, promovió reclamos ante Chile y Perú por una salida soberana al mar para Bolivia mediante el memorándum de 22 de abril de 1910. En la elección de Montes, se aplicó la misma exclusión electoral agravada por el hecho que participaba sólo un partido político.

Conclusión: Por los hechos reseñados y que cuentan con sustento documental primario, se establece que el Tratado de 1904 fue impuesto a Bolivia luego de 20 años de manipulación, traición y asfixia comercial, y que fue promovido por la oligarquía chilena en complicidad con ciertos políticos bolivianos que buscaron sus intereses por sobre los de nuestro país.

El Tratado de 1904 debe ser visto como lo que es: una “negociación” impuesta en contubernio con grupos oligárquicos de principios del siglo XX, y como lo expresara Eduardo Diez de Medina, excanciller boliviano: “En esta forma nació el pacto de 1904, viciado en su origen porque no respondió a un espíritu de justicia ni consultó los derechos de la nación. Fue realmente suscrito 20 años después de la guerra, esto mismo demuestra que el vencedor se obstinó en imponer una paz injusta”.




Despejando mitos en torno al Tratado de 1904

Análisis de la historia desde la visión chilena

La Razón / Cristian Garay
ANIMAL POLÍTICO / 08 de abril de 2012

Historiadores ligados a instituciones del Gobierno boliviano, como asimismo algunos académicos de este país, han manifestado en varias oportunidades, que el Tratado de Paz y Amistad de 1904 fue firmado bajo la coacción y la amenaza militar de Chile. Dicha aseveración, fuera de ser poco rigurosa, carece de fundamentos sólidos y verificables, y suele efectuarse sin haber acudido a fuentes o documentación del periodo que les otorgue el debido respaldo metodológico e historiográfico.

Los hechos históricos, como los factores que conllevan a dichos acontecimientos, suelen ser bastante  complejos de lo que a simple vista parecen y, por lo general, responden a un conjunto de estímulos e intereses soterrados, válidos y vigentes en determinado momento. Las negociaciones que derivaron en la firma   y ratificación del Tratado de 1904 no son una excepción a ello.

Los intereses que estuvieron presentes en las negociaciones del Tratado de 1904 (más allá de los aspectos jurídicos), aún no han sido del todo develados y posiblemente nunca lo sean. Pero a ojos de un investigador acucioso, se podrían desentrañar muchos pasajes y verdades en torno a dicho acuerdo, que no dejarían de sorprender a todo aquel lector que esté dispuesto a indagar más allá de lo que meramente se reseña en los manuales escolares de historia.

A la espera de que surjan dichas investigaciones, podemos aportar brevemente algunos datos indiscutibles que nos pueden ayudar a despejar aspectos y pasajes concernientes a las negociaciones que derivaron en el Tratado de 1904. Entre los antecedentes citables estarían los siguientes:

a) El tiempo trascurrido para su firma: El Tratado de 1904 fue firmado 20 años después del cese de hostilidades entre Chile y Bolivia (y 23 años después del último combate con las fuerzas bolivianas). A lo largo de la historia ha sido una regla que el Estado vencedor imponga sus condiciones al Estado vencido en el momento de la postración total de este último, con el objetivo de que sus demandas sean aceptadas sin resistencia alguna. A nivel mundial existen numerosos ejemplos que confirman lo anterior. Sólo en el caso de Sudamérica podríamos citar los Tratados de Ancón de 1883 y de Petrópolis de 1903. El caso boliviano fue claramente una excepción a la regla.

b) Bolivia fue el país que presentó las bases para el Tratado: En abril de 1902 fue el ministro plenipotenciario de Bolivia en Londres, Félix Avelino Aramayo, quien, por instrucciones del presidente Pando, presentó las bases a Chile para llegar a un acuerdo de paz. Resumidamente, dichas bases señalaban que Bolivia estaba dispuesta a abandonar toda pretensión de un puerto en el Pacífico a cambio de concesiones comerciales y de la construcción, con financiamiento chileno, de ferrocarriles desde el Pacífico hacia el altiplano. Dichos puntos de acuerdo se mantuvieron inamovibles durante el siguiente proceso de negociación y constituyeron finalmente las bases del Tratado de 1904.

¿En cuántas ocasiones el derrotado ha presentado y conseguido imponer las bases de un Tratado de Paz al vencedor?

c) Las negociaciones se llevaron a cabo en La Paz: La gestión de Aramayo provocó la reanudación del diálogo bilateral, cuyas negociaciones se iniciaron en abril de 1902 y se extendieron hasta diciembre de 1903, fecha en la que se firmó un acta preliminar que sentó las bases del Tratado de 1904. Dichas negociaciones, que duraron más de año y medio, se llevaron a cabo casi exclusivamente en la ciudad de La Paz.¿Qué Estado que desea imponer sus términos aceptaría que las negociaciones se llevaran a cabo en un terreno favorable al Estado perdedor?

d) El interés del Gobierno boliviano de dotar al país de una red ferroviaria y facilidades de libre tránsito: A comienzos del siglo XX, al igual que    en la mayor parte de Latinoamérica, predominaban en Bolivia las ideas positivistas que ligaban el desarrollo de una nación con la construcción de líneas férreas. Muchas autoridades en dicha época estimaban que más importante que obtener un puerto en el Pacífico, era el alcanzar una gran conectividad con el interior (los llamados practicistas), y ello, sólo se podía lograr por medio de la construcción de ferrocarriles y el otorgamiento de libre tránsito de mercancías por parte de Chile. Quien resume este pensamiento fue el senador boliviano José Carrasco, que expresó en 1905:

“El fin que se ha propuesto el Tratado es implementar una red ferroviaria que consideramos urgente e indispensable a nuestro progreso y desarrollo. Implementada ella, la aspiración nacional está satisfecha y el espíritu del Tratado quedaría también realizado”. (José Carrasco, Bolivia y Chile. El Tratado de Paz de 20 de octubre de 1904, página 54).

e) La urgencia de Bolivia por alcanzar un acuerdo conveniente con Chile antes de que éste lo alcanzase con el Perú. En Bolivia existía conciencia  en la necesidad de la búsqueda de un acuerdo rápido y satisfactorio  con Chile (ferrocarriles y libre tránsito por Arica y Tarapacá), antes que se resolviera la “Cuestión de Tacna y Arica”. Si eventualmente las citadas provincias volvían a ser parte integrante del Perú, podría volverse al  estado de situación preguerra de 1879, durante el cual los impuestos   y aranceles peruanos asfixiaban al comercio boliviano.

f) La hegemonía del regionalismo por sobre el nacionalismo en Bolivia: El resultado de la Guerra Federal boliviana tuvo una incidencia directa en la reanudación de las negociaciones entre Bolivia y Chile. En dicho conflicto, La Paz se había impuesto política y militarmente a la ciudad de Sucre.

A partir de 1899 a los paceños y los empresarios vinculados con la minería del estaño sólo les faltaba imponerse económica y comercialmente a los políticos y empresarios sureños de La Plata, y ello, sólo se alcanzaría conectando La Paz con su principal salida natural al comercio internacional, es decir, Arica. Por ende, las bases que presentó Aramayo a Chile en 1902 implicaban la construcción de un ferrocarril que ligara a La Paz con el Pacífico, desplazando con ello a las ciudades de Oruro, Potosí y Sucre, cuyo puerto había sido Antofagasta. Para alcanzar tal objetivo, los paceños y los empresarios del estaño no escatimaron ofrecer el antiguo departamento Litoral a cambio de vías férreas que les otorgaran la indiscutida hegemonía comercial en Bolivia. Al respecto podemos citar al historiador boliviano José Luis Roca: “La República no tenía oídos para los argumentos nacionalistas… los mineros del estaño, quienes formaron aquello que apropiadamente se llamó ‘superestado’ o ‘rosca’ tenían ideas muy distintas sobre el desarrollo de Bolivia, y se lanzaron con ímpetu a construir ferrocarriles hacia la costa del Pacífico, no sin antes haber cedido a Chile ‘a perpetuidad’ todo el Litoral boliviano” (José Luis Roca, Fisonomía del regionalismo boliviano, página 135).

g) El Tratado permitía a los liberales bolivianos la consolidación y seguridad fronteriza del país: A comienzos del siglo XX se impuso en el programa político del Partido Liberal boliviano, la idea de que era preciso realizar ciertos sacrificios territoriales con los vecinos (Argentina, Perú, Brasil y Chile), con el objetivo de alcanzar seguridad y un derecho territorial capaz de ser conservado y defendido en toda su extensión. Según el senador José Carrasco, “nada ha sido más perjudicial para Bolivia, que aplazar indefinidamente la solución de las cuestiones de límites. Cuanto más tiempo ha pasado, las dificultades han crecido cual montañas inabordables, y los resultados han sido nefastos”. ( José Carrasco, Bolivia y Chile. El Tratado de Paz de 20 de octubre de 1904, página 99).

h) Los principales responsables bolivianos del Tratado fueron posteriormente reconocidos y electos a los más altos cargos de la nación: Los principales protagonistas bolivianos en las negociaciones que derivaron en el Tratado de 1904, luego fueron elegidos para ocupar la máxima magistratura del país. Eliodoro Villazón, quien fue el canciller y responsable de la firma del Tratado, fue designado democráticamente Presidente de la República el año 1909, ejerciendo el cargo hasta el término constitucional de su mandato en 1913. Asimismo, Ismael Montes, quien encabezó las citadas negociaciones en su calidad de Presidente de la República en 1904, fue democráticamente reelecto para el periodo en 1913-1917. ¿Qué pueblo suele premiar a quienes supuestamente suscriben un tratado desastroso que compromete el de-sarrollo y la soberanía del país? Al respecto, basta recordar, a manera de comparación, la suerte que les tocó correr a los dignatarios alemanes que firmaron el Tratado de Versalles.

i) No hubo operaciones militares fronterizas chilenas de amedrentamiento: A diferencia de 1884, cuando se firmó el Pacto de Tregua entre Bolivia y Chile, en 1903 y 1904 no hubo ejercicios o acciones de amedrentamiento del Ejército chileno en áreas cercanas al territorio boliviano. No  se realizó acción alguna que pudiese implicar presiones indebidas por parte de Chile a las decisiones que el Gobierno boliviano tomase en torno a las negociaciones que derivarían en el Tratado de 1904.

Conclusión: Por los hechos reseñados y expuestos brevemente, no es difícil llegar a la conclusión de que el Tratado de 1904 fue un texto negociado y consensuado entre los gobernantes de Chile y Bolivia, con la participación de los políticos más sobresalientes de su época, el cual en muchos aspectos fue funcional y favorable a determinados intereses bolivianos. Dicha negociación fue voluntaria e informada a la opinión pública de ambos países, y lo principal, estuvo libre de cualquier tipo de coacción política o militar por parte del Estado chileno.

El Tratado de 1904 debe ser visto de acuerdo con la óptica de los intereses y pensamientos de las autoridades de principios del siglo XX, y en dicho contexto debe ser analizado, desglosado y criticado. En una época en la que era políticamente correcto decir que “la victoria otorgaba derechos”, el Tratado de 1904 no fue ni remotamente un instrumento al servicio de dicho axioma.

Cita a un investigador boliviano

Según el historiador, que resume el espíritu y la negociación en torno al Tratado de 1904, es el boliviano Agustín Echalar, quien en abril de 2001, en la revista académica Nueva Crónica, expresó lo siguiente: “En una época en que los vencedores imponían todas las condiciones y los perdedores pagaban todos los perjuicios y daños, logramos un acuerdo que visto con ojos no bolivianos (y no necesariamente chilenos), no fue nada malo.

Las deudas de guerra, incluyendo la indemnización a los ciudadanos chilenos, fueron condonadas, se recibió una determinada suma, 300 mil libras esterlinas, se garantizó el libre tránsito y el vencedor se comprometió a construir un ferrocarril para beneficios del perdedor. Si comparamos la Paz de Versalles de 1919 y lo que le tocó pagar a Alemania perdedora, hasta podríamos ver en el Tratado de 1904 un documento moderado y ecuánime. Con el Tratado de Paz y Amistad de 1904 nuestros gobernantes de entonces renunciaron permanentemente a una ‘soberanía’ del Litoral que una vez había sido boliviano, pero ganaron un libre tránsito, ante todo para el uso del puerto que nunca fue boliviano (Arica), pero que siempre fue el puerto natural de estas tierras”.


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