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Durante los 19 días de paro cívico en Potosí en 2010 se escuchó la proclama “¡Potosí federal!”. La consigna fue repetida en la jornada de protesta del 2 de octubre de este año y se la reiteró la pasada semana en el paro del 5 y 6 de noviembre. La demanda de federalismo para el departamento se la complementa con la agenda de seis puntos de desarrollo de la región que Gobierno y cívicos firmaron para apaciguar la movilización de 2010.
A estas alturas de insistencia de la referida consigna, ¿se trata de una demanda seria de federalismo? Mientras analistas coinciden en que sólo es un síntoma de descontento con el avance del proceso autonómico, la ministra de Autonomías, Claudia Peña, asegura que se trata de electoralismo de la oposición en busca de un dispositivo ideológico para captar adeptos.
Es un hecho que las autonomías caminan lentamente, como se dijo en números anteriores en este suplemento (por ejemplo, en el texto El proceso autonómico todavía tropieza con un imaginario centralista, del 15 de julio de 2012). Si uno se basa en la demora que hay en la redacción de los estatutos de los nueve departamentos se observan casos de retraso, unos más extremos que otros, pero por lo común todos a la zaga.
¿Pero cuán seria es la demanda de los cívicos potosinos? ¿Es una consigna que sale de manera emocional? ¿Qué federalismo proponen, bajo el entendido de que existen varias modalidades?
Según el presidente del Comité Cívico de Potosí (Comcipo), Johnny Llally, a la fecha se conformó una comisión de 12 miembros para elaborar un planteamiento técnico. Una vez que la proclama fue lanzada al calor de las marchas, sólo ahora se la intenta sistematizar.
El exdirector general de Autonomías Departamentales Rafael López señala que tras hacer una revisión del caso de Potosí, “no hay una demanda detallada” que explique las características que tendría el federalismo que piden. “Es un poco como lo que pasó en Santa Cruz en 2003 con la autonomía”; sólo se tiene una “idea vaga” de que el federalismo es un nivel “más avanzado” que la autonomía. “La demanda surgió emocionalmente. Pero en el fondo lo que se está haciendo es cuestionar el modelo autonómico”, concluye.
El abogado constitucionalista y analista de temas autonómicos Iván Bascopé es más crítico. Asegura que el pedido de federalismo en Potosí “está mostrando que las autonomías no han funcionado”.
El componente que “interesa” en el conflicto —jerarquiza— es el del modelo autonómico y descentralización. “No hay relación y coordinación del Gobierno con los sectores cívicos, que son los que manejan la demanda. Los sectores sociales que forman el comité tienen plataformas de demandas sociales y el pedido inicial de buscar el desarrollo regional ha sido tener autonomía”.
El “gran problema” en el sistema autonómico es que las demandas no están siendo satisfechas no solamente por el Gobierno, “sino también porque el modelo autonómico ha fracasado también en las regiones”. “No hay concurrencia” de las competencias que están en la Constitución, no se ha respetado las “competencias exclusivas” que tiene cada departamento y no se ha “traducido en una matriz” de competencias compartidas entre los tres niveles de gobierno (municipal, departamental y nacional), argumenta Bascopé.
Hay “mucha tela para cortar”, pues el sistema de competencias se encuentra constitucionalizado y no ha ameritado “un desarrollo profundo” en la Ley Marco de Autonomías de 2010.
“Esperábamos que después de la ley existan reglamentos que permitan el desarrollo de las competencias, pues a veces requerían una triangulación de tres o cuatro actores”, por ejemplo —continúa—, el tema del medio ambiente involucra al Gobierno Central en la elaboración de la ley, al nivel departamental en la definición de las políticas para determinar un diagnóstico de los recursos naturales en su territorio y el tercer actor debería ser la región, “en realidad que la provincia vea cómo involucrar su zona para el uso de algún recurso”...
Así, hay una serie de “subcompetencias”, pero los municipios “no coordinan con sus departamentos”, como La Paz “que no tiene ninguna política clara que esté coordinada entre la Alcaldía y la Gobernación”.
La conclusión a la que Bascopé llega es que “el sistema de competencias” entre los diferentes niveles autonómicos “no está funcionando” y lo que sucede es que el centralismo “ha hecho un cortina de humo” al generar una institucionalización de las autonomías que debería realizar estas “triangulaciones” de competencias y “definir los roles”.
Con esta argumentación, se comprende que la consigna de federalismo de los cívicos potosinos es “una cuestión muy precipitada y que no tiene aún una razón de ser a nivel técnico”. El conflicto “debe” ser manejado desde “lo autonómico”, porque “nace como respuesta al no funcionamiento de las autonomías y eso puede llevar a escenarios más políticos”; por eso el problema se deberá resolver “abriendo el procesos constituyente”, y desde ahí resolverlo.
En contraste, la ministra Peña apunta a que la proclama de federalismo más bien responde al “oportunismo electoral”.
“En este momento, en la oposición hay una necesidad muy grande de encontrar y enarbolar banderas. Toda la coyuntura actual de economía fortalecida y el contacto (del Gobierno) con organizaciones del pueblo preocupa mucho a la oposición. Entonces, no sólo el federalismo, sino también el pacto fiscal, la capitalidad radicada en Sucre, entre otras cosas, son una esperanza para ellos”, cuestiona.
Lo que “pretenden” —critica— es que la palabra “federalismo” funcione como lo hizo la de “autonomía” entre 2003 y 2008, cuando fue una suerte de “palabra mágica sin ningún contenido que pasó una factura política a los liderazgos cruceños y regionales que la enarbolaron”. La oposición necesita “desesperadamente” una fórmula de este tipo para poder construir una “falacia de propuesta política y agrupar a su alrededor a la gente descontenta”, sentencia.
Mientras tanto, todavía a modo de una intuición, los cívicos tratan de explicar su propuesta de federalismo... Llally reitera la existencia de una comisión que trabaja el tema, lo que devela que primero fue el surgimiento de la consigna y, luego, su “sistematización”.
Como se dijo, el planteamiento surgió durante el paro cívico de 19 días de ese departamento en 2010. Ese tiempo, Celestino Condori presidía Comcipo y encabezaba las movilizaciones, hoy dice seguir coordinando con la nueva mesa directiva y cuenta que se encuentra trabajando en una propuesta técnica de federalismo.
En su explicación, se delata lo que decía López en el sentido de que tienen “una idea de que el federalismo es un nivel más avanzado que las autonomías”.
López explica lo común a los distintos federalismos, vistos éstos como una “forma en que el Estado devuelve el poder a sus territorios”. Existen varias modalidades, sin embargo son dos las características comunes a ellas. La primera es que un nivel subnacional “tiene poder pleno” (es decir que tiene capacidad legislativa y la de recaudar impuestos). La segunda es que la Cámara Alta es un Consejo de Estado elegido a por el nivel subnacional, “su objetivo es controlar que el nivel nacional no se propase con la autonomía en su legislación; inclusive puede vetar la legislación nacional”, describe.
Teniendo en mente esto, ahora se puede analizar el planteamiento que propone Condori: “queremos que el Estado muestre una simétrica distribución de competencias, porque la Constitución Política del Estado tiene una falencia en esto. Ésa es nuestra propuesta inicial”.
Esto coincide con la primera característica común a todos los federalismos que subrayaba López y también corresponde al análisis que hacía Bascopé sobre la problemática competencial de los diferentes niveles autonómicos.
Si no es posible abrir el proceso constituyente (lo cual propone Bascopé), “al menos tendrá que haber la voluntad política del Gobierno para emitir leyes que regulen las competencias”, dice Condori, quien cuestiona que haya diferencias en esto.
El cívico potosino explica que los departamentos autónomos productores de hidrocarburos “pueden ingresar” en la cadena productiva, sin embargo, a los departamentos mineros “no se les permite”. “Eso pasa por ejemplo con el litio y no nos parece ni correcto ni justo que a título de recurso estratégico se centralice su manejo y sólo nos den regalías. Lo que sería más beneficioso para el departamento es entrar como socios, a partir de eso se puede profundizar la propuesta federal”.
¿Pero es posible y deseable, aun cuando sea hipotéticamente, el Potosí federal? Si se parte de las dos características comunes a todo federalismo que se mencionan, López afirma que “es imposible”. Los municipios tendrían que someterse a un poder departamental y eso “no va a suceder” porque en el país se han descentralizado primero los municipios (1994, Ley de Participación Popular). Además, “en Potosí, hay autonomía indígena”, lo que significa que también “tendrían que supeditarse al poder departamental y toda la tesis de la autonomía indígena se derrumbaría”.
En el plano “reivindicativo social”, Bascopé apuesta a reabrir el debate de la “profundización” del modelo autonómico para ver “cuánto de descentralización se ha logrado en el país, cuánto ha desarrollado en normas cada nivel autonómico y cuánto se ha avanzado en desarrollo “por medio del sistema autonómico, pues decir cuánto se ha avanzado por medio del centralismo es fácil”. Es decir que habrá que hacer un “estado de la cuestión” del proceso.
Tal vez, esta suerte de “llamada de atención” que hacen estos académicos pueda evitar una mayor politización del conflicto, sin embargo como casi se está en un año electoral, todos —Gobierno y oposición— miden cada paso que dan, y al ser un tema tan delicado, tal vez se opte por algún otro tipo de solución.
‘Tensión centro-periferia podría avivarse’: Rafael López, exdirector de Autonomías Departamentales
El conflicto cívico de Potosí y la demanda de federalismo muestran que la tensión entre el centro y la periferie podría avivarse y llegarse a un “empate catastrófico” como en 2008. Se trata de un cuestionamiento al proceso autonómico que está avanzando lento, lo cual es culpa tanto del Gobierno central como de los departamentales, aunque el mayor peso cae sobre el nivel central.
‘El federalismo no es separatismo’: Celestino Condori, expresidente de Comcipo en 2010
Si el Estado boliviano avanzara a un proceso federal de inclusión y de integración, incluso podría haber una suerte de República Federal de los Andes con Ecuador y Perú. Pero no se puede confundir el federalismo con el divisionismo. Creemos que Bolivia tiene que empezar a reconstituir los pueblos indígenas, así el federalismo no separa, sino que nos integra.
‘Lo ligo a reapertura del proceso constituyente’: Iván Bascopé, abogado constitucionalista
Ligo este anuncio de federalismo y de demanda de autonomía —latente en 2008— al tema de la reapertura del proceso constituyente. Detrás de la problemática hay un elemento geopolítico relacionado con la satisfacción de demandas y la construcción de un proceso colectivo en el cual los sectores cívicos de todo el país están fuera del esquema del oficialismo.
‘No es más que oportunismo electoral’: Claudia Peña, ministra de Autonomías
Se trata de oportunismo electoral. Yo creo que en este momento la oposición tiene una necesidad muy grande de enarbolar banderas. Me parece que la gestión del Presidente y toda la coyuntura de economía favorecía el contacto con el pueblo y esa fuerza política preocupa mucho a la oposición, que tiene razones para estar preocupada. Entonces sacan temas para hacerlos su bandera.
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Demandas federales en el país, todas sin final feliz
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A propósito de la consigna de los cívicos potosinos de federalismo durante su paro de 48 horas, es oportuno un breve punteo de casos de esta tendencia en la historia de Bolivia. Quizás el primer antecedente del intento de separarse de un poder central haya sido, en la Colonia, el levantamiento de Gonzalo Pizarro de 1546 a 1548 contra el monstruo burocrático de la corona española, declarándose rey del Perú. Éste no sólo fue un acto de rebeldía sino también un sacrilegio, si se considera la creencia en ese tiempo del “derecho divino” de las familias reales. Es difícil saber a ciencia cierta cómo fue el levantamiento, pues los cronistas que documentaron los hechos deploran las acciones de Pizarro y las retratan como una tiranía. El caso, no obstante, es el primer antecedente documentado de una rebelión contra un poder central altamente burocratizado (característica que nota Jacques Rancière en su libro Los Nombres de la historia. Una poética del saber) en territorios que luego serían Bolivia. La revuelta de Pizarro fue aniquilada por el representante real, el presidente Pedro de la Gasca.
En el territorio que hoy es Bolivia el levantamiento fue apoyado en Potosí y Chuquisaca, según Bartolomé Arzáns en su Historia de la Villa Imperial de Potosí, por los españoles Alonso de Urbina y Pedro Gómez. En la república queda preguntarse si la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) del Mariscal Andrés de Santa Cruz podría ser considerada una federación.
El exdirector general de Autonomías Departamentales Rafael López enumera las demandas de federalismo en la historia: la Asamblea Constituyente de 1871; el levantamiento de Andrés Ibáñez en Santa Cruz en 1876; y la Revolución Federal de 1899.
En 1871 el pedido fue liderado por el cochabambino Lucas Mendoza de la Tapia, quien formuló el planteamiento. A la hora de la votación no salió favorecido.
En 1876 la demanda fue encabezada por Andrés Ibáñez y su Partido Igualitario. La revuelta triunfó por unos meses con la instauración del Gobierno Igualitario. El historiador José Crespo narra que el 1 de octubre, un día antes de que Ibáñez fuera trasladado detenido a La Paz, un amotinamiento de la guarnición dejó a Santa Cruz en poder de los igualitarios. El 25 de diciembre proclaman la Federación. Este gobierno local comenzó a cobrar los impuestos a la producción de azúcar e incluso emitió papel moneda con respaldo de los bienes públicos. Luego vino la represión —continúa Crespo— a cargo de un destacamento comandado por el general Carlos de Villegas; los federalistas fueron exterminados.
El conflicto de 1899, si bien tuvo varias causas (como la suerte de guerra de baja intensidad entre liberales y conservadores desde hacía dos décadas), el detonante, según la historiadora Pilar Mendieta, fue la declaratoria de Sucre como capital definitiva de la nación, lo que hizo que los liberales paceños declaren la guerra al gobierno de Fernández Alonso. Finalmente, los liberales triunfaron y el centro de Bolivia, si bien económicamente ya era La Paz, fue oficialmente esta ciudad.
“Lo curioso de este caso es cómo los diputados paceños defendían el modelo federal... Si se lo lee sin saber que se trataba de un diputado paceño, se observa que proponía cosas casi iguales a las que decían los parlamentarios cruceños en 2008”, comenta López.
De ahí hay que saltar al siglo XX, en el cual no se encuentran gritos nítidos de federalismo. Está el de Laureano Machaca en 1956, que más bien excede toda noción de federalismo y se acerca más al separatismo. “A mediados de 1956, en Waychu o Puerto Acosta (...), en el departamento de La Paz, un movimiento aymara regional, a la cabeza de Laureano Machaca, fundó la República Aymara”, escribe Esteban Ticona en su texto Pueblos indígenas y Estado boliviano. El intento fue sofocado y aniquilado meses después con el asesinato de Machaca, cuya muerte está cubierta por mitos que van del canibalismo al sacrificio humano a la Pachamama...
Otro de estos hechos —esta vez menor al federalismo y más bien una de las primeras demandas regionales de descentralización— es la de los cruceñistas en 1957 con la lucha por el 11% de las regalías de los hidrocarburos. Según el periodista Remberto Cárdenas, la reivindicación fue propuesta por jóvenes del Partido Comunista de Bolivia y apropiada por Falange Socialista Boliviana y el Comité Cívico encabezado por Melchor Pinto Parada.
Por último, está el siglo XXI. Una vez más los protagonistas son del departamento de Santa Cruz, con demandas que van de 2003 a 2008. El punto alto y concretamente federal se da en 2004 durante el gobierno de Carlos Mesa: los cruceñistas plantearon que si no se daba más autonomía, iban a optar por un modelo federal. Posteriormente, se radicalizaron las ideas llegando éstas a la del separatismo.
En 2008, el Gobierno terminó por derrotar a quienes habían adoptado ideas de autonomías que coqueteaban con el federalismo, las cuales fueron reflejadas en el estatuto autonómico de 2007, elaborado por las élites cruceñas. Aquí se concedía al gobierno departamental la elaboración de proyectos y concesiones para aprovechamientos hidráulicos y casi cualquier tema de interés departamental; la regulación de la migración interna y la negociación de “empréstitos, enajenación de bienes y celebración de contratos que comprometan las rentas departamentales”.
Posteriormente, no hubo demandas concretas de federalismo como tal, sino la formación de agrupaciones políticas, como la del actual senador Mauricio Antezana con Nueva Fuerza Republicana Federal, la cual la semana pasada fue dada de “baja” al no conseguir el número de firmas necesario. Por último, están los gritos de “Potosí federal” de 2010 y del paro cívico de la semana que termina.
Si uno se basa sólo en los antecedentes históricos mencionados, se podría concluir que las propuestas de federalismo no han tenido finales fructíferos; al contrario...
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