15 de septiembre
de 2014: Día
Internacional de la Democracia
"En este
Día Internacional de la Democracia, hago un llamamiento a los jóvenes de todos
los países para que den un gran impulso a una democracia incluyente", dice en su mensaje de este año Ban
Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas
Al conmemorar el Día
Internacional de la Democracia este
año, el mundo parece más turbulento que nunca. En muchas regiones, y de muchas
maneras, se están poniendo a prueba y desafiando los valores de las Naciones
Unidas, incluidos algunos de los principales derechos y libertades
fundamentales consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.
Los brotes recientes de violencia
corroboran un hecho que hemos presenciado una y otra vez: que cuando las
sociedades no son inclusivas, y cuando los gobiernos no son responsables y
receptivos, la paz, la igualdad y la prosperidad compartida no pueden
prosperar. Debemos hacer más para empoderar a las personas, sobre todo a las
miles de millones de personas desfavorecidas, marginadas, desempleadas,
desesperadas y comprensiblemente frustradas. Debemos asegurar que sean escuchadas
y puedan participar activamente en su futuro.
Por ello dirijo mi mensaje de hoy a
quienes estarán al frente del mundo después de 2015, y que ahora están en un
momento crucial de sus vidas: los jóvenes. Hoy en día, una persona de cada
cinco tiene entre 15 y 24 años de edad. La transición de la juventud a la edad
adulta nunca afrontó tantas dificultades, pero nunca tuvo tantas oportunidades.
Tienen la facultad de relacionarse de una forma que habría sido inimaginable
cuando se fundaron las Naciones Unidas hace casi 70 años. Se conectan para
tratar cuestiones importantes. Injusticia. Discriminación. Violaciones de
derechos humanos. El discurso del odio. La necesidad de la solidaridad humana.
Hago un llamamiento a los miembros de
la generación de jóvenes más numerosa de la historia para que enfrenten
desafíos y piensen qué pueden hacer para resolverlos. Para que tomen el control
de su destino y traduzcan sus sueños en un futuro mejor para todos. Para que
contribuyan a construir sociedades democráticas mejores y más fuertes. Para que
trabajen juntos, utilicen su pensamiento creativo, se conviertan en artífices
de un futuro que no deje a nadie atrás. Para que ayuden a guiar a nuestro mundo
hacia un futuro mejor.
En este Día Internacional de la
Democracia, hago un llamamiento a los jóvenes de todos los países para que den
un gran impulso a una democracia incluyente en todo el mundo.
Ban Ki-moon
Secretario General
Naciones Unidas
Secretario General
Naciones Unidas
_____________________________
El estado de la
democracia en América Latina
El año pasado, América Latina celebró el 35
aniversario del inicio de la “tercera ola” democratizadora en la región.
Asimismo, y en un clima de bastante normalidad, se inició la segunda fase
(2013-2016) de una inédita maratón electoral, que determina que en un periodo
de tan solo ocho años (2009-2016) se llevarán a cabo 34 comicios
presidenciales, de los cuales a la fecha ya se han celebrado 26. Nunca antes la
región había experimentado una agenda electoral tan intensa e importante en un
lapso tan corto.
Mañana, lunes 15 de
setiembre, se celebra el Día Internacional de la Democracia (Res. A/62/7 de la
Asamblea General de la ONU, 2007), cuyo tema central de este año es la
“participación de los jóvenes en la política”, y se convierte en una ocasión
propicia para hacer un balance sobre la situación actual de la democracia en la
región y sus perspectivas.
Los jóvenes y la democracia. El tema de este año escogido por la
ONU es el de los retos y oportunidades que conlleva una mayor participación de
los jóvenes en los procesos democráticos. Los jóvenes (de entre 15 y 25 años)
constituyen alrededor de 20% de la población mundial, y en numerosos países
(incluidos varios de nuestra región) el porcentaje es incluso mayor.
Como bien señala las Naciones
Unidas, numerosos estudios, tanto relativos a democracias consolidadas como
emergentes, ponen de manifiesto la falta de confianza de los jóvenes en la
política clásica, así como la disminución de su participación en elecciones,
partidos políticos y organizaciones sociales tradicionales en todo el mundo.
Sin embargo, los mismos
estudios evidencian un aumento de los movimientos juveniles de carácter
informal a favor del cambio democrático en muchos países, conectados y
movilizados por vías no tradicionales, sobre todo a través de las redes
sociales, cuyos efectos sobre la calidad de la democracia y la gobernabilidad
aún no son totalmente claros.
Oportunidades y desafíos. Tanto en el plano global como en el
ámbito latinoamericano, asistimos a un “cambio de época” que viene acompañado
de oportunidades, pero también de nuevos desafíos y amenazas para la calidad de
la democracia.
La revista The Economist publicó
recientemente el ensayo titulado “¿En qué ha fallado la democracia?”, en el
cual se señala que, si bien en nuestros días más personas que nunca antes viven
en países que celebran regularmente elecciones libres y justas, el avance
global de la democracia podría haber llegado a su fin, e incluso parece que
algunos países van en reversa. Según la prestigiosa revista inglesa, la
democracia está pasando por momentos difíciles. Donde se ha sacado a autócratas
del poder, en la mayoría de los casos los oponentes han fracasado en crear
regímenes democráticos viables. Incluso en las democracias establecidas, las
fallas en el sistema se han hecho preocupantemente visibles y la desilusión con
la política se ha generalizado. Y agrega que muchas democracias nominales han
migrado hacia la autocracia, manteniendo una apariencia democrática externa a
través de la celebración de elecciones, pero sin los derechos y las
instituciones que la sustentan.
Por su parte, América Latina
es hoy radicalmente diferente a la de hace tan solo tres décadas y media. En
nuestros días, y pese a todas sus carencias y déficits, la democracia es la forma mayoritaria
de gobierno que se practica en la región, aunque con un alto grado de
heterogeneidad. Hoy contamos con democracias más consolidadas, mayores y
mejores políticas públicas en materia de protección social y economías más
fuertes e integradas. Durante la última década, 60 millones de personas
escaparon de la pobreza, expandiendo la clase media en más de 50%. El gran
desafío pasa ahora por cómo seguir avanzando y hacer sostenible este proceso, a
medio y largo plazo, en un contexto global volátil, plagado de retos e
incertidumbre.
Sin embargo, Latinoamérica
presenta una paradoja: es la única región del mundo que combina regímenes
democráticos en la casi totalidad de los países que la integran, con amplios
sectores de su población viviendo por debajo de la línea de la pobreza (27,9%
en el 2013, según la Cepal), con la distribución del ingreso más desigual del
planeta, con altos niveles de corrupción y con las tasas de homicidio más
elevadas del mundo. En ninguna otra región, la democracia tiene esta inédita
combinación que repercute en su calidad.
En efecto, nuestras
democracias exhiben importantes déficits y síntomas de fragilidad, así como
serios desafíos. Las asignaturas pendientes abarcan los problemas
institucionales que afectan la gobernabilidad y el Estado de derecho, la
independencia y la relación entre los poderes del Estado, el fenómeno de los
hiperpresidencialismos y de las reelecciones, la corrupción, las limitaciones a
la libertad de expresión, el funcionamiento deficiente de los sistemas
electorales y del sistema de partidos políticos, la falta de equidad de género,
así como graves problemas de inseguridad ciudadana, factores que generan
malestar con su funcionamiento.
Lo anterior explica que, si
bien 56% de los ciudadanos apoya a la democracia, únicamente 39% está
satisfecho con su funcionamiento (Latinobarómetro, 2013, promedio regional).
“El descontento del progreso” resume muy bien el sentimiento particular que
atraviesa América Latina. No obstante los importantes avances logrados, los
latinoamericanos están insatisfechos con la situación que rige en la
actualidad, y exigen cada vez más de sus democracias, de sus instituciones y de
sus Gobiernos. Hay una demanda creciente de mayor transparencia, mejor
liderazgo y de políticas públicas que funcionen.
Como vemos, existen razones
para ser moderadamente optimistas, pero no autocomplacientes.
Calidad de la democracia. En un contexto latinoamericano de
anémico crecimiento económico (según el FMI, este año la región crecerá por
debajo de 2%) e intensa maratón electoral, los Gobiernos deberán hacer frente a
las expectativas y demandas ciudadanas en condiciones de mayor austeridad.
Como bien señala Augusto de
la Torre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina: “Se acabó la
década dorada en la que la región creció,en promedio, 5% y 6%, y con equidad
social. Se prevé que este año crecerá, cuando más, en 2%, lo que podría implicar
un posible estancamiento del progreso social”.
Como consecuencia de todo
ello, los conflictos sociales seguirán presentes (o, incluso, aumentarán) con
reclamos que, si bien no pondrán en juego la continuidad democrática,
seguramente harán más compleja la gobernabilidad.
De ahí, la importancia de
estar atentos frente a la irrupción de nuevos fenómenos y tendencias que
emergen en la región, entre ellas la presencia de dos modelos de democracia:
uno republicano y el otro autoritario, como consecuencia de haberse roto el
consenso sobre el concepto de democracia que fue plasmado en la Carta
Democrática Interamericana (CDI) en el 2001.
Mi opinión: La compleja y heterogénea realidad de
la democracia latinoamericana demanda un nuevo tipo de debate, no ya sobre las
tradicionales regresiones autoritarias, sino acerca de los nuevos tipos de
desafíos (procesos de estancamiento, “amesetamiento” o erosión) y de las nuevas
modalidades de autoritarismos, más sofisticados y difíciles de controlar, como
son las “democracias iliberales” o los “autoritarismos competitivos”.
Un debate que esté centrado
en la calidad de la democracia; en cómo garantizar no solo la legitimidad de
origen, sino también la legitimidad de ejercicio, y que ambas estén sometidas
al Estado de derecho (como lo prescribe el articulo 3 de la CDI); en cómo
transitar de una democracia electoral a una democracia de ciudadanos y de
instituciones; en cómo conciliar democracia con desarrollo económico en el
marco de sociedades con mayores niveles de cohesión social, menor desigualdad y
pobreza, y mayor equidad de género; en cómo buscar una relación más estratégica
entre el mercado y el Estado, y una más funcional entre el Estado y la
sociedad; en cómo lograr que la democracia entregue respuestas eficaces a nuevos
tipos de demandas provenientes de sociedades más complejas, más modernas, más
urbanas y mas jóvenes.
Esta es la agenda que la
democracia latinoamericana necesita debatir de manera urgente e inteligente.
Daniel Zovatto, director
regional para América Latina y el Caribe, IDEA Internacion
No hay comentarios:
Publicar un comentario