La otra OEA
Nos referimos a la que se reunió en La Paz, octubre de 1979, y brindó apoyo en forma unánime a la reclamación de Bolivia ante Chile por una salida al mar; reivindicando su derecho a la vecindad del Océano Pacífico, tal como nació en agosto de 1825, cuando se fundó la República.
Que todos los miembros de la Organización de Estados Americanos dieran su respaldo al planteamiento boliviano no fue obra del acaso, sino de la acción laboriosa, meticulosa, perseverante del cochabambino Walter Guevara Arze, cuyo mérito mayor resultó en el más notable triunfo de la diplomacia boliviana, según lo reconocen también sus opuestos políticos que han dejado testimonio de ello en libros de valor histórico.
Conviene recordar, especialmente a la juventud actual, que los puertos bolivianos sobre el Litoral fueron fundados y organizados desde la creación de la República, por mucho que Chile niega esta realidad y la réplica a sus falacias está en los mismos historiadores, en las estadísticas, en las versiones diplomáticas que se toman como un pleno reconocimiento del extenso Litoral, desde cuando Melgarejo auspició el Tratado de Límites. No debemos oír las voces que pretenden eliminar las ideas jurídicas y las leyes geográficas en que se asienta el derecho boliviano; ya que Bolivia no abandonará jamás el camino de la reivindicación, porque hay una conciencia colectiva de más de un siglo que no se debilita, que no muere, sino que se revitaliza.
Saber por ejemplo que el puerto de Antofagasta fue fundado por Melgarejo el 22 de octubre de 1868, siendo prefecto José Taborga; Abdón Senén era diputado por Tocopilla y Cobija; Calixto Viscarra, Tesorero de Mejillones; y Agustín Vidaurre, Notario de Hacienda.
Apenas concluidas las acciones militares, como resultado del asalto al puerto de Antofagasta, el 14 de febrero de 1879, Bolivia expresó su reclamo, su airada protesta por el inaudito atropello, aunque la presión de Chile en todo sentido fue creciendo y restando los argumentos que esgrimía nuestra Patria para tener un puerto propio.
"No habría chileno capaz de firmar un tratado reconociendo aquella salida. Desde la quebrada de Camarones hasta el Estrecho de Magallanes todas las poblaciones son chilenas, formadas, desarrolladas, sustentadas por chilenos, con nuestros capitales, con el sudor y esfuerzo del pueblo chileno. En todo ello casi no hay bolivianos" afirmaba una de las primeras respuestas al permanente reclamo nuestro que a lo largo de éstos 132 años se repitieron más de 60 veces según pudo contabilizar el Comité Pro Mar Boliviano con sede en Cochabamba, que conserva una muy valiosa documentación para confirmar lo dicho.
Pensadores bolivianos han terminado por reconocer que no existe una política frente a Chile, aún cuando el Jefe del Estado hubiese intentado trazar una línea el 23 de marzo (Día del Mar) al echar por la borda lo que se venía tratando en sus cinco años de Gobierno, y anunciar la recurrencia a Tribunales Internacionales en demanda de una salida soberana al mar, que en los hechos ha sido corregida con la intervención del Canciller Choquehuanca en la reciente Asamblea de la OEA, parece retomar la vía de la negociación bilateral.
En los hechos, Bolivia continúa nutriendo la economía de Mejillones, Tocopilla, Iquique y Arica, lo que debió haber sido notificado en El Salvador, retirar nuestra causa de la OEA que no pudo dar cumplimiento a la Resolución de 1979 y encomendar a la ONU que sugiera una solución o la transferencia del reclamo a la Corte Internacional de Justicia que tiene atribuciones para analizar estas causas que pueden afectar a la causa de la Paz, dado que no se encuentra una solución justa a favor de Bolivia.
Otra salida inteligente que propuso ya en 2001 Juan Pereyra Fiorilo, fue negociar la integración total con Brasil desgravación de aranceles, libre ingreso y autorización de trabajo a obreros, profesionales y empresarios. Ofrecer garantías a los capitales, de modo que los beneficios concedidos por Perú a Bolivia en el puerto de Ilo se hagan extensivos también a Brasil, o sea la integración trilateral con carreteras y líneas férreas, sin cambio de trenes, entre el Atlántico y el Pacífico. Todo ello no se vio en la OEA de nuestros días.
Fuente: Los Tiempos
Fecha: 10-Jun-2011
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