Pero, ¿de qué
hablamos cuando nombramos la palabra feminicidio?
Hablamos de un
fenómeno invisibilizado durante milenios, de un hecho normalizado desde los
inicios de la sociedad humana global.
Dime Antígona:
¿Qué muerte más atroz nos espera a nosotras dos, solas como hemos quedado, si,
forzando la ley, transgredimos el decreto y el poder del tirano? Hemos nacido
mujeres, no hechas para luchar contra los hombres y después, nos mandan los que
tienen más poder, de suerte que tenemos que obedecer en cosas todavía más dolorosas
que estas.
Sófocles, Antígona
Sófocles, Antígona
El objetivo de
detallar tales atrocidades no es horrorizar al lector, sino tratar de avanzar
en la resistencia a reconocer que las mujeres están viviendo actualmente en una
época de extremos, crecientes y brutales feminicidios; una época en la cual el
mito persiste entre muchas jóvenes mujeres, estudiantes privilegiadas, de que
la revolución feminista ha sido cumplida y que tienen las mismas opciones y
oportunidades que los hombres.
Diana E. Russell, Femicide in Global Perspective
Diana E. Russell, Femicide in Global Perspective
INTRODUCCIÓN: EL NOMBRE DE LA OTRA BARBARIE
Uno de los grandes retos del siglo XXI es la
erradicación de la violencia de género. Desde ese marco de referencia, la meta
supone el reconocimiento y la utilización de un paradigma de análisis: feminicidio-femicidio.
El término apareció en la segunda mitad del siglo pasado y su validación actual
certifica que aquellos conceptos políticos que se construyeron por la alianza
entre los movimientos sociales y la academia, sientan las bases para un cambio
social sin precedentes(1).
Pero, ¿de qué hablamos cuando nombramos la palabra feminicidio?
Hablamos de un fenómeno invisibilizado durante milenios, de un hecho
normalizado desde los inicios de la sociedad humana global. El asesinato de
las mujeres por el hecho de ser mujeres cometido por hombres -la definición
más básica y que debería aparecer en los diccionarios- es tan difícil de
comprender y de asimilarse socialmente que nos vemos en la necesidad fáctica de
situarlo en el centro mismo de la barbarie. Una barbarie que no distingue entre
países del norte o países del sur, ni clases sociales, ni origen étnico. Una
barbarie, cuyo impacto planetario se manifiesta con sus particularidades en
cada sociedad y que aún hoy, en ciertos contextos, intenta ser silenciada y
desmantelada por el discurso dominante: patriarcal, androcéntrico y misógino.
La aparición del paradigma del feminicidio-femicidio es un aporte
de la academia feminista anglosajona cuyos ensayos e investigaciones
estadísticas ponen en relieve que los victimarios de la inmensa mayoría de los
asesinatos que se cometen, tanto de hombres como de mujeres, son del género
masculino. Cuando una forma de barbarie es aceptada, una población o un ser no
pertenecen plenamente a la humanidad y merecen un tratamiento que rotundamente
no se aplicarían a sí mismos quienes aceptan y consienten esa barbarie(2).
El feminicidio constituye una forma de barbarie, la otra barbarie en el
patriarcado de la era de la globalización. Tal como señala Julia Monárrez en
Trama de una injusticia(3), citando a Deborah Cameron y Nancy
Frazer, en The Lust to Kill: “cuando una sociedad se enfrenta
cotidianamente al asesinato de mujeres no tiene sentido preguntar por qué un
individuo mata a otro. La pregunta debe ser: ‘¿por qué los miembros de algunos
grupos matan a los miembros de otros grupos?’ Cuando se trata de dar respuesta
a esta pregunta es necesario interrelacionar los motivos con los actos
violentos de los criminales y yuxtaponerlos con las estructuras sociales de
determinada región y las diferencias de poder en la jerarquía del poder sexual”(4).
Deborah Cameron y Nancy Fraser indagan sobre la fusión entre sexo y
violencia y el por qué algunos hombres encuentran erótico matar a los objetos
de su deseo, sean estos hombres o mujeres. En esos actos atroces están
representados no sólo la misoginia y la sexualidad sádica, sino la construcción
social de la masculinidad como una manera de trascendencia sobre los otros u
otras. Las autoras remarcan que generalmente el sexo del victimario es masculino
y que ni la violación ni el ataque sexual son suficientes para considerar
sexual a un crimen. Lo importante “es la erotización del acto de matar”. El
asesinato, el aniquilamiento provoca placer y satisfacción. El asesinato
sexual se define e incluye todos los casos en los cuales el asesino fue
motivado por impulsos sádicos sexuales, “por la lujuria de matar”, lo cual
también es producto de un orden social, frecuentemente condonado o respaldado
por el Estado y/o por las instituciones religiosas. Monárrez subraya que
algunos profesionales de la criminología toman en cuenta las estructuras
sociales pero les resulta irrelevante que los asesinos sean hombres.
Como comentábamos anteriormente, las académicas feministas
empezaron a cuestionar otros campos de la criminología, como el asesinato de
mujeres. Uno de los principales aportes de esta corriente fue el análisis
del asesinato sexual: todos los asesinos sexuales y asesinos sexuales seriales
resultaron ser hombres y la mayoría de las víctimas mujeres. Jane Caputi en The
Age of Sex Crime(5) estudia el asesinato sexual de mujeres
cometido por hombres. Expresa que: el crimen de lujuria, el asesinato por
violación, el asesinato serial y el asesinato recreativo son expresiones nuevas
para un nuevo tipo de crimen: el crimen sexual. El asesinato de ninguna manera
carece de motivación, ya que este tipo de crimen es un asesinato sexualmente
político, un terrorismo fálico funcional. Se trata de un acto mítico ritualista
en el patriarcado contemporáneo.
APARICIÓN DEL TÉRMINO
El nacimiento del término como constructo teórico es el resultado de
un extenso y valioso trabajo de la academia feminista, en confluencia con los
procesos de denuncia y visibilización del fenómeno que vienen sosteniendo el
movimiento feminista, familiares de víctimas y activistas de derechos humanos. En
la década de los noventa, feministas anglosajonas introdujeron el concepto.
Aunque femicide, argumenta Diana Russell, ha estado en uso desde hace
más de dos siglos y apareció por primera vez en la literatura, en A
Satirical View of London (Inglaterra, 1801) para denominar “el asesinato de
una mujer”(6). Russell teorizó sobre el concepto a partir de 1990
pero realizó una ponencia sobre esa forma extrema de violencia contra las
mujeres en 1976, ante el Primer Tribunal Internacional de Crímenes contra
Mujeres, celebrado en Bruselas(7). Aquello, visto en
perspectiva, fue un acontecimiento histórico y de vital importancia para la
evolución que sufriría el concepto décadas después. El Tribunal fue inaugurado
por Simone de Beauvoir, quien advirtió: “Este encuentro feminista en Bruselas
intenta que nos apropiemos del destino que está en nuestras manos”. Alrededor
de 2.000 mujeres de 40 países ofrecieron su testimonio y documentaron las
distintas formas en que se manifiesta la violencia de género.
Diana Russell y Jane Caputi dieron a conocer el término en el artículo
Speaking the Unspeakable, publicado originalmente en la revista Ms
(1990): “es el asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio,
desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres”. En 1992, Diana
Russell y Jill Radford lo definieron como “el asesinato misógino de mujeres cometido
por hombres”. Las autoras clasifican las distintas formas de violencia de
género que padecen las mujeres y que se manifiesta con un creciente terrorismo
sexual. Señalan que estos actos violentos que acaban con el asesinato o muerte
de las mujeres son feminicidios:
El feminicidio
representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que incluye una
amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como: violación, tortura,
esclavitud sexual (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil
incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, acoso sexual (por
teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital
(clitoridectomías, escisión, infibulaciones), operaciones ginecológicas
innecesarias (histerectomías), heterosexualidad forzada, esterilización
forzada, maternidad forzada (por la criminalización de la contracepción y del
aborto), psicocirugía, negación de comida para mujeres en algunas culturas,
cirugía plástica y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre
que estas formas de terrorismo resultan en muerte, se convierten en
feminicidios(8).
Las autoras sostienen que la meta del ejercicio de la violencia por
parte de los hombres, deliberada o no, es preservar la supremacía masculina.
Se trata de un concepto político que permite visibilizar la posición de
subordinación, desigualdad, marginalidad y riesgo en la que se encuentran las
mujeres por el simple hecho de ser mujeres.
LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO EN AMÉRICA LATINA
Decíamos que la evolución del término feminicidio-femicidio se ha
dado con especial relevancia en América Latina. En dicha región, de dos
décadas a esta parte, se viene sosteniendo un debate académico sobre la
pertinencia de la utilización de la traducción como femicidio o feminicidio,
los alcances de su definición teórica y las distintas representaciones o tipos
de feminicidio. No me parece pertinente entrar en el debate sobre si se debe
utilizar un término u otro considero que ambos términos no son antagónicos sino
complementarios, ambos enriquecen el concepto y amplían su significado.
Dos corrientes teóricas se manifestaron paralelamente, atendiendo a la
búsqueda de marcos de referencia o de análisis para un problema estructural. Por un lado, en
México el concepto fue introducido por Marcela Lagarde, en 1994, que
continuó con la línea de Diana Russell y al traducirlo castellanizó femicide
como feminicidio. La antropóloga y académica mexicana ocupó el cargo de
diputada federal del Congreso Mexicano entre 2003 y 2006 y presidió la Comisión
Especial para Conocer y dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con
los Feminicidios en la República Mexicana(9). Desde allí realizó una
intensa labor de documentación de cifras de asesinatos de mujeres y durante su
gestión el tema fue prioritario en la agenda parlamentaria de México.
Lagarde, como ella misma explica, transitó de femicidio a feminicidio
porque en castellano femicidio es una voz homóloga a homicidio y sólo significa
asesinato de mujeres. Redefine y sobre todo resignifica el término
incorporando un elemento que lo coloca en el centro del debate: impunidad.
Dirá: “se trata de una fractura del Estado de derecho que favorece la
impunidad. El feminicidio es un crimen de Estado”. Lagarde apunta a que el
Estado tiene responsabilidad en la prevención, tratamiento y protección de las
mujeres ante la violencia de género y debe garantizar la libertad y la vida de
las mujeres. La ausencia de sanciones y de castigo a los asesinos coloca al
Estado como responsable por acción u omisión del feminicidio y este tiene que
asumir su complicidad o responsabilidad directa.
Para Lagarde, se manifiesta en tiempos de guerra y en tiempos de paz y
está alimentado por la desigualdad de género, “no sólo social y económica” sino
también “jurídica, política y cultural”. Asocia el feminicidio a la
cosificación del cuerpo de las mujeres que las vacía de sus derechos como
“humanas”. Lo vincula a la feminización de la pobreza:
Está ahí la
pobreza que se extiende cada día para la mayoría de las latinoamericanas,
violencia cuya clasificación se ha sofisticado en pobreza económica, pobreza
alimentaria, pobreza extrema, entre otras, que convierte la miseria en vida
cotidiana. Está entre nosotros la terrible feminización de la pobreza. Aún se
presenta en nuestras tierras la muerte de mujeres y niñas por hambre,
enfermedades curables, y complicaciones en la atención de embarazos, partos,
abortos y puerperios. No amaina, desde luego, la violencia jurídico política
que conculca la ciudadanía plena a todas las mujeres(10).
Marcela Lagarde deja claro que la violencia de género y el feminicidio
constituyen un problema político y su tratamiento y resolución son una
asignatura pendiente de los Estados actuales.
El otro gran exponente teórico del feminicidio en México es la
socióloga Julia Monárrez. Oriunda de Ciudad Juárez, ha dedicado la última
etapa de su vida a estudiar el tema y ha conseguido brindar nuevas herramientas
de análisis, documentación y registro de distintos tipos de feminicidio. Su
trabajo resulta clave para descifrar las atrocidades que encierran los
asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez, la impunidad del Estado mexicano y la
falta de respuesta de las autoridades ante el creciente avance del
narcotráfico. Monárrez ha obtenido respuestas teóricas y prácticas sobre los
crímenes de mujeres y niñas con la creación de la Base de Datos Feminicidio
1993-2005, El Colegio de la Frontera Norte, extiende su significado
de esta manera:
El análisis del
feminicidio puede presentar algunos problemas con relación a la obtención de
los datos. Los inconvenientes incluyen el desconocimiento del número exacto de
mujeres asesinadas, las causas o motivos que propiciaron esta clase de muertes
y la poca confiabilidad de las estadísticas. Esto es así porque las
estadísticas nacionales no registran el motivo, la relación entre la víctima y
el victimario, ni las diferentes violencias que sufrieron las mujeres antes de
ser asesinadas, como tampoco su domicilio o el lugar donde fue encontrado el
cadáver. Ante tal situación, es necesario buscar métodos alternativos para
poder entender el feminicidio con mayor precisión(11).
Monárrez devela la importancia de documentar y registrar las cifras
aunque estas se obtengan de fuentes no oficiales como periódicos o familiares
de víctimas. Demuestra que la ausencia del registro de feminicidios es la punta
de un iceberg: el Estado encubre o tolera los crímenes y el encadenamiento de
la falta de cifras continúa con la falta de investigación de los asesinatos, la
deficiente procuración de justicia, la no reparación de las víctimas, un
rompecabezas que confirma la impunidad generalizada en determinados países de
América Latina como México, Guatemala, Honduras y El Salvador. Por otro lado, su
base de datos permite discriminar los feminicidios de los asesinatos de mujeres,
es decir, aquellos, en los que, según lo que sostiene Russell: “el género
femenino de una víctima es irrelevante para el perpetrador. Por ejemplo, un
varón armado que dispara y mata a los propietarios, hombre y mujer, de un
supermercado en el transcurso de su crimen, no ha cometido un feminicidio(12)”.
La base de datos de Julia Monárrez incluye tres tipos de feminicidio:
íntimo, que a su vez, se subdivide en feminicidio infantil y familiar. Luego,
acuña dos nuevos tipos: feminicidio sexual sistémico, subdividido en organizado
y desorganizado. Y feminicidio por ocupaciones estigmatizadas.
Feminicidio sexual sistémico
El feminicidio sexual es el asesinato de mujeres que son
secuestradas, torturadas y violadas. Sus cadáveres, semidesnudos o desnudos
son arrojados en las zonas desérticas, los lotes baldíos, en los tubos de
desagüe, en los tiraderos de basura y en las vías del tren. Los asesinos por
medio de estos actos crueles fortalecen las relaciones sociales inequitativas
de género que distinguen los sexos: otredad, diferencia y desigualdad. Al mismo
tiempo, el Estado, secundado por los grupos hegemónicos, refuerza el dominio
patriarcal y sujeta a familiares de víctimas y a todas las mujeres a una
inseguridad permanente e intensa, a través de un período continuo e ilimitado
de impunidad y complicidades al no sancionar a los culpables y otorgar justicia
a las víctimas. Se divide en las subcategorías de organizado y desorganizado y
toma en cuenta a los posibles y actuales victimarios.
Feminicidio por ocupaciones estigmatizadas
Las mujeres son asesinadas por ser mujeres. Sin embargo, hay otras
mujeres que lo son por la ocupación o el trabajo desautorizado que
desempeñan. Bajo este criterio se encuentran aquellas que trabajan en bares
y en centros nocturnos. Ellas son las bailarinas, las meseras y las
prostitutas(13).
La otra corriente teórica se desarrolló en Centroamérica, de la
mano de las sociólogas costarricenses Ana Carcedo y Montserrat Sagot.
Carcedo fue una de las fundadoras del Centro Feminista de Información y
Acción (CEFEMINA), en 1981, con sede en San José de Costa Rica, pionero en
la región por desarrollar un programa de atención a mujeres maltratadas. En
este campo elaboró y sistematizó la metodología de Grupos de Autoayuda.
Ambas autoras combinan el trabajo académico con el activismo político
feminista. Conocer e involucrarse en casos extremos de violencia de género a
través de los grupos de mujeres las llevó a reparar sobre los estragos que
provoca en el sexo femenino la violencia ejercida por los hombres. En 1992
leyeron el ensayo Femicide. The Politics of Woman Killing, que acababan
de publicar Radford y Russell, y en él se inspiraron para realizar una
investigación sobre los asesinatos de mujeres en Costa Rica:
Como lo plantean
las autoras Jill Radford y Diana Russell, al llamar a estas muertes de mujeres
femicidio, se remueve el velo oscurecedor con el que las cubren términos
"neutrales" como homicidio o asesinato. El concepto de femicidio es
también útil porque nos indica el carácter social y generalizado de la
violencia basada en la inequidad de género y nos aleja de planteamientos
individualizantes, naturalizados o patologizados que tienden a culpar a las
víctimas, a representar a los agresores como “locos”, “fuera de control” o
“animales” o a concebir estas muertes como el resultado de “problemas
pasionales”. Estos planteamientos, producto de mitos muy extendidos, ocultan y
niegan la verdadera dimensión del problema, las experiencias de las mujeres y
la responsabilidad de los hombres. Es decir, el concepto de femicidio ayuda a
desarticular los argumentos de que la violencia de género es un asunto personal
o privado y muestra su carácter profundamente social y político, resultado de
las relaciones estructurales de poder, dominación y privilegio entre los
hombres y las mujeres en la sociedad(14).
Carcedo utiliza una versión del concepto de femicidio planteado
por las anglosajonas y lo acota a las muertes violentas o asesinatos de mujeres
a manos de hombres. A su vez también desarrolla una tipología propia para discriminar
los femicidios de los homicidios de mujeres (aquellos en los que no median las
razones de género como causa de asesinato). La clasificación ofrecida por
Carcedo en colaboración con Montserrat Sagot en su trabajo de investigación y
recopilación de cifras en Femicidio en Costa Rica 1990-1999 incluye tres tipos
como los que formula Diana Russell, femicidio íntimo, no íntimo y femicidio por
conexión.
EL SALTO A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
A raíz de conocerse el fenómeno del feminicidio en Ciudad Juárez,
México, contabilizado desde 1993 y denunciado internacionalmente por el
movimiento global de mujeres, el concepto pasó de ser un paradigma de
análisis de la teoría feminista a una palabra de uso común en España y
Latinoamérica, tanto en el activismo político de lucha contra la violencia
de género como en la difusión del mismo por parte de los medios de
comunicación.
Aunque contemos con información y datos estadísticos escasos y/o
limitados, podemos constatar -dicha información se puede localizar en varios
artículos publicados en Feminicidio.net- que el feminicidio es
frecuente en numerosos países en América Latina, con tasas de asesinato de
mujeres que rozan o alcanzan el carácter de pandemia; me refiero a El Salvador,
Honduras y Guatemala, el llamado triángulo de la muerte para las mujeres de
Centroamérica y México, en América del Norte.
El debate no se ha quedado allí, ha saltado al ámbito jurídico
internacional y al de ordenamientos jurídicos internos de algunos países de
América Latina (no incluyo aquí un apartado especial acerca de la sentencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el Caso del Campo Algodonero,
ni la tipificación como delito en los sistemas penales de Costa Rica en 2007,
Guatemala en 2008 y recientemente Chile en 2010, ya que merecen un enfoque
jurídico que en este artículo no desarrollo).
Por otro lado, la denuncia y visibilización internacional del
feminicidio no se ha limitado a Ciudad Juárez y otras ciudades o Estados de la
república mexicana. El Centro Feminista de Información y Acción
(CEFEMINA), de Costa Rica y otras organizaciones feministas de la región, desde
principios de los noventa realizan investigaciones y hacen seguimiento en
prensa de los feminicidios. A dicha organización se sumaron la Red Feminista
Centroamericana contra la violencia hacia las mujeres y el Consejo de
Ministras de la Mujer de Centroamérica (COMMCA) integrado por la
representación de cada una de las ministras de la Mujer de Costa Rica, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. La
iniciativa arrojó resultados preocupantes ya que se encontraron “grandes
vacíos de información” en la fuentes oficiales estatales dedicadas a la
recopilación de asesinatos de mujeres por violencia de género. Para el
seguimiento de los casos tuvieron que recurrir a la información aportada por la
prensa escrita y dicha acción permitió comprobar un mayor número de
feminicidios que el aportado por las fuentes estatales(15).
En el próximo artículo sobre Feminicidio-Femicidio, un paradigma
para el análisis de la violencia de género, me centraré en los trabajos
académicos de Rita Segato, Patsilí Toledo, Rosa Linda Fregoso, Cynthia
Bejarano, entre otras.
GLOSARIO DEL TÉRMINO POR AUTORAS Y TIPOS DE FEMINICIDIO
FEMINICIDIO
Diana Russell y Jane Caputi
- El asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres.
Jill Radford y Diana Russell
- El feminicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que incluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como: violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, acoso sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital (clitoridectomías, escisión, infibulaciones), operaciones ginecológicas innecesarias (histerectomías gratuitas), heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad forzada (por la criminalización de la contracepción y del aborto), psicocirugía, negación de comida para mujeres en algunas culturas, cirugía plástica, y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre que estas formas de terrorismo resultan en muerte, ellas se transforman en femicidios.
- El asesinato misógino de mujeres cometido por hombres.
Diana Russell
- El asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres cometidos por hombres.
Marcela Lagarde
- Es el conjunto de delitos de lesa humanidad que contienen los crímenes, los secuestros y las desapariciones de niñas en un cuadro de colapso institucional. Se trata de una fractura del Estado de derecho que favorece la impunidad. Por eso el feminicidio es un crimen de Estado. Es preciso aclarar que hay feminicidio en condiciones de guerra y de paz.
- El feminicidio sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales agresivas y hostiles que atentan contra la integridad, el desarrollo, la salud, las libertades y la vida de las mujeres.
- En el feminicidio concurren en tiempo y espacio, maltrato, abuso, vejaciones y daños continuos contra las mujeres realizados por conocidos y desconocidos, por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales, ocasionales o profesionales, que conducen a la muerte cruel de algunas de las víctimas.
Julia Monárrez
- El feminicidio toma en consideración: la relación inequitativa entre los géneros, la estructura de poder y el control que tienen los hombres sobre las niñas y mujeres para que ellos dispongan el momento de su muerte; los motivos a los que se recurre para justificar el asesinato; los actos violentos que se ejercen en el cuerpo de la víctima; la relación de parentesco entre la víctima y el victimario; los cambios estructurales que se dan en la sociedad; la falta de investigación y procuración de justicia por parte de los aparatos de impartición de justicia, y la responsabilidad y/o complicidad del Estado.
- Se entenderá por femicidio el asesinato de mujeres por razones asociadas con su género. El femicidio es la forma más extrema de violencia de género, entendida esta como la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres en su deseo de obtener poder, dominación o control. Incluye los asesinatos producidos por la violencia intrafamiliar y la violencia sexual. El femicidio puede tomar dos formas: femicidio íntimo o femicidio no íntimo.
TIPOS DE FEMINICIDIO-FEMICIDIO
Ana Carcedo
Femicidio íntimo
- Son aquellos asesinatos cometidos por hombres con quien la víctima tenía o tuvo una relación íntima, familiar, de convivencia, o afines a estas.
Femicidio no íntimo
- Son aquellos asesinatos cometidos por hombres con quienes la víctima no tenía relaciones íntimas, familiares, de convivencia, o afines a estas. Frecuentemente, el femicidio no íntimo involucra el ataque sexual de la víctima.
Femicidio por conexión
- Además del femicidio íntimo y el no íntimo, existe una tercera categoría para clasificar las muertes por femicidio: los femicidios por conexión. Con esta categoría se hace referencia a las mujeres que fueron asesinadas “en la línea de fuego” de un hombre tratando de matar a una mujer. Este es el caso de mujeres parientes, niñas u otras mujeres que trataron de intervenir o que simplemente fueron atrapadas en la acción del femicida.
Julia Monárrez
Feminicidio familiar
- Asesinato de uno o varios miembros de la familia cometido por un hombre. Está basado en relaciones de parentesco entre la o las víctimas y el victimario.
Feminicidio íntimo
- Asesinatos de mujeres “cometidos por hombres con quien la víctima tenía o tuvo una relación íntima, familiar, de convivencia o afines a estas” (Carcedo y Sagot, 2002). Se subdividen en feminicidio infantil y familiar.
Feminicidio infantil
- Es el asesinato de niñas, por hombres o mujeres, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder que les otorga su situación adulta sobre la minoría de edad de la niña.
Feminicidio por ocupaciones estigmatizadas
- Las mujeres son asesinadas por ser mujeres. Sin embargo, hay otras mujeres que lo son por la ocupación o el trabajo desautorizado que desempeñan. Bajo este criterio se encuentran aquellas que trabajan en bares y en centros nocturnos. Ellas son las bailarinas, las meseras y las prostitutas.
Feminicidio sexual sistémico
- El feminicidio sexual es el asesinato de mujeres que son secuestradas, torturadas y violadas. Sus cadáveres, semidesnudos o desnudos son arrojados en las zonas desérticas, los lotes baldíos, en los tubos de desagüe, en los tiraderos de basura y en las vías del tren. Los asesinos por medio de estos actos crueles fortalecen las relaciones sociales inequitativas de género que distinguen los sexos: otredad, diferencia y desigualdad. Al mismo tiempo, el Estado, secundado por los grupos hegemónicos, refuerza el dominio patriarcal y sujeta a familiares de víctimas y a todas las mujeres a una inseguridad permanente e intensa, a través de un período continuo e ilimitado de impunidad y complicidades al no sancionar a los culpables y otorgar justicia a las víctimas. Se divide en las subcategorías de organizado y desorganizado y toma en cuenta a los posibles y actuales victimarios.
Feminicidio sexual sistémico desorganizado
- El asesinato de las mujeres está acompañado -aunque no siempre- por el secuestro, tortura, violación y disposición del cadáver. Los asesinos, presumiblemente, matan por una sola vez, en un período determinado; y pueden ser hombres desconocidos, cercanos o parientes de las víctimas que las asesinan y las depositan en parajes solitarios, en hoteles, o en el interior de sus domicilios.
Feminicidio sexual sistémico organizado
- El asesinato de las mujeres está acompañado por el secuestro, tortura, violación y disposición del cadáver. Los asesinos pueden actuar como una red organizada de feminicidas sexuales con un método consciente y sistemático a través de un largo e indeterminado período, dirigido a la identidad de sexo y de género de las niñas/mujeres.
TIPOS DE ASESINATO DE MUJERES
Asesinatos de mujeres por narcotráfico y crimen organizado
- Los asesinatos de mujeres por narcotráfico y crimen organizado están sustentados en el lavado de dinero, extorsión por intimidación, tráfico de personas y mercancías y robo de autos. Además, en la producción, distribución y consumo de drogas. El asesinato de ellas obedece a las siguientes causas: por pertenecer a estas redes y tener diferencias dentro de estas organizaciones y por denunciar actividades relacionadas con el narcotráfico. El enfrentamiento público entre las redes delincuenciales también provoca la muerte de niñas y mujeres.
Asesinatos de mujeres por violencia juvenil
- Los asesinatos de mujeres por violencia juvenil, tienen su inicio en los jóvenes que se enfrentan en los espacios públicos para delimitar y avanzar en el dominio de sus territorios, por medio de las armas y a través del asesinato de los contrarios. Los asesinatos de las mujeres por estos grupos, no deben ser analizados como contingencias, sino como resultado de una violencia más amplia que muestra la agresión temprana de que han sido objeto los jóvenes, posesión de armas, uso de drogas, desconfianza en los sistemas judiciales y un desarrollo social y económico inequitativo.
Asesinatos de mujeres por violencia comunitaria
- Los asesinatos de mujeres por violencia comunitaria se producen entre individuos conocidos o desconocidos entre sí. El objetivo de estos asesinatos por parte de sus autores es lograr objetivos económicos y/o sociales. Estos asesinatos tienen diferentes motivaciones entre las cuales se encuentran los desacuerdos, las discusiones, las riñas, las venganzas y los robos.
Bibliografía
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10. Lagarde, Marcela, “El feminicidio, delito contra la humanidad”, Feminicidio, justicia y derecho, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2005.
11. Monárrez, Julia, “Las diversas representaciones del feminicidio y los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, 1993- 2005”, en Monárrez, Julia, et.al., Violencia contra las mujeres e inseguridad ciudadana en Ciudad Juárez, Vol. II, Violencia infligida contra la pareja y feminicidio, México, El Colegio de la Frontera Norte y Miguel Ángel Porrúa Editores, 2010.
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16. Cuadro, en Russell, Diana, “Definición de feminicidio y conceptos relacionados”, Diana Russell y Roberta Harmes, editoras, Feminicidio: una perspectiva global, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2006.
17. Cuadro, Ibíd.
2. Todorov, Tzvetan, El miedo a los bárbaros, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2008.
3. Monárrez, Julia, Trama de una injusticia: Feminicidio sexual sistémico en Ciudad Juárez, México, Colegio de la Frontera Norte, 2009.
4. Cameron, Deborah y Frazer, Elizabeth, The Lust To Kill, Nueva York, New York University Press, 1987.
5. Caputi, Jane, The Age of Sex Crime, Ohio, Bowling Green State University Popular Press, 1987.
6. Russell, Diana E.H., “Definición de feminicidio y conceptos relacionados”, Feminicidio, justicia y derecho, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2005.
7. Russell, Diana E. H. y Van de Ven, Nicole, Crimes against Women: The Proceedings of the International Tribunal, San Francisco, California, Frog in the Well, 1982.
8. Radford, Jill; y Russell, Diana E. H. (eds.), Femicide: The Politics of Woman Killing, Nueva York, Twayne, 1992.
9. Lagarde, Marcela, “Introducción”, Diana Russell y Roberta Harmes, editoras, Feminicidio: una perspectiva global, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2006.
10. Lagarde, Marcela, “El feminicidio, delito contra la humanidad”, Feminicidio, justicia y derecho, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2005.
11. Monárrez, Julia, “Las diversas representaciones del feminicidio y los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, 1993- 2005”, en Monárrez, Julia, et.al., Violencia contra las mujeres e inseguridad ciudadana en Ciudad Juárez, Vol. II, Violencia infligida contra la pareja y feminicidio, México, El Colegio de la Frontera Norte y Miguel Ángel Porrúa Editores, 2010.
12. Russell, Diana, “Definición de feminicidio y conceptos relacionados”, Diana Russell y Roberta Harmes, editoras, Feminicidio: una perspectiva global, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2006.
13. Glosario, México, El Colegio de la Frontera Norte, gentilmente cedido por Julia Mónarrez.
14. Carcedo, Ana y Sagot, Montserrat, Femicidio en Costa Rica, 1990-1999, San José, Costa Rica, Organización Panamericana de la Salud, Programa Mujer, Salud y Desarrollo, 2000.
15. Femicidio en Centroamérica y República Dominicana: avances para prevenir, atender y sancionar la violencia en contra de las mujeres. Encuentro Regional, síntesis de memoria, COMMCA, INAMU, SICA, ciudad de Panamá, 23 y 24 de marzo, 2010.
16. Cuadro, en Russell, Diana, “Definición de feminicidio y conceptos relacionados”, Diana Russell y Roberta Harmes, editoras, Feminicidio: una perspectiva global, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, 2006.
17. Cuadro, Ibíd.
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