lunes, 26 de mayo de 2014

La Demanda Marítima y el contraataque chileno: ‘La demanda toca el Tratado de 1904’












Al principio, el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, dijo que la demanda no tenía nada que ver con el Tratado de 1904. Ahora el Gobierno chileno se empeña en reiterar que el
objetivo boliviano es este Tratado.

La Razón (Edición Impresa) / Iván Bustillos Zamorano / La Paz
00:07 / 25 de mayo de 2014

De los errores cometidos por los jefes de Estado chilenos con respecto a la
reivindicación marítima boliviana no debe haber muchos como el del expresidente
Ricardo Lagos: “Cuando Bolivia nació a la vida independiente eran más de dos
millones de kilómetros cuadrados de territorio. Hoy tiene la mitad. Solo el 10%
de lo que ha perdido Bolivia está en poder de Chile. El otro 90% es parte de
Brasil, Perú, Paraguay y Argentina hoy. En consecuencia colocar el enfoque
exclusivamente en Chile no me parece”.

Lagos visitó a todos los presidentes en La Paz, Hugo Banzer, Jorge Quiroga,
Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa y Evo Morales, recuerda el diplomático e
historiador Ramiro Prudencio; por esto, le extraña mucho su declaración.
En realidad, acaso se trate del nuevo estado de ánimo posdemanda en Chile. “Una
persona que estaba tan ligada al país, ahora está resentida, eso es lo malo;
está molesta y por eso ha hecho una declaración muy poco feliz”.

Para la investigadora en derecho internacional Karen Longaric, en cambio,
las expresiones de Lagos no son otra cosa que la persistencia de un hábito
arraigado en Chile: “El reconocimiento que hace Lagos, en el fondo expresa el
espíritu expansionista de Chile, que se ha sellado con la firma, bajo coacción
y presión del Tratado de 1904. Es mentira que Bolivia hubiese solicitado firmar
el Tratado, hubo mucha presión para que Bolivia firme el Tratado reconociendo
la apropiación de territorio boliviano por parte de Chile”.

El tema es que mal que bien la demanda marítima boliviana presentada ante
la Corte Internacional de Justicia (CIJ) al parecer ha logrado alinear a muchos
sectores políticos y sociales tras la posición dura de no tocar el tema del mar
en tanto esté en La Haya, coinciden los analistas.

Lo peor de esto es que con este ambiente enrarecido, insiste Prudencio,
“difícil que luego haya un proceso de negociación entre ambos países; de modo
que lo mejor es callar, que el litigio con Chile esté en La Haya y sacarlo de
la agenda mediática”.

Y es que el actual alineamiento chileno tiene mucho que ver con la
“hipersensibilidad”, apunta el excanciller Armando Loaiza, que en ese país se
tiene sobre el Tratado de 1904, sobre su intangibilidad. “Eso está en el ADN de
los chilenos; Chile ha hecho la santidad de los tratados, tanto con Perú como
con Bolivia, es la base de su actual estructura territorial; de ninguna manera
van a admitir que se pueda mover; es casi una paranoia”.   Ahora, esto no
impide que el Gobierno chileno se contradiga.

Después de una reunión con el agente chileno en La Haya, Felipe Bulnes, y
el coagente Claudio Grossman, el 13 de marzo, el canciller Heraldo Muñoz
declaró enfático: “La posición de Chile es muy clara: esta demanda no tiene
nada que ver con cuestiones de límites, esta demanda tiene diferencias
sustantivas con la de Perú (litigio por límites marítimos) (...). Aquí no está
en juego el desconocimiento de tratados (en referencia al Tratado de 1904),
aquí lo que está en juego es una demanda que plantea la obligación que
pretendería Bolivia de que Chile negocie una salida soberana de Bolivia al
Pacífico”, señaló Muñoz.

Pero una vez que el presidente Evo Morales, el 15 de abril presentó la
memoria ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya en Holanda, la cual,
según reglamento, derivó inmediatamente el documento al Gobierno chileno, fue
evidente el giro del discurso de sus autoridades.

“Sin duda, ha quedado clara la intangibilidad del Tratado de 1904”, fue uno
de los primeros anuncios de la presidenta Michelle Bachelet el 14 de mayo,
luego de reunirse con los expresidentes Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo
Lagos y Sebastián Piñera. Reiteró este punto de vista en su última rendición de
cuentas anual ante el Congreso chileno (21 de mayo): “Debo señalar que la
política exterior del país continuará basándose en el respeto del derecho
internacional, y que para Chile el Tratado de 1904, que definió las fronteras
chileno-bolivianas, debe ser respetado”.

Este aspecto asoma ser uno de los nudos de la controversia entre Bolivia y
Chile sobre la demanda.  En el inicio de sus actividades como delegado
internacional para la causa marítima, el expresidente Carlos Mesa Gisbert explicó
la posición boliviana al exmandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.

“Bolivia no está planteando, ni directa ni indirectamente, ni en lo central
ni en lo adjetivo, nada referido a poner en cuestión el Tratado de 1904, y lo
digo porque las autoridades de Chile en los últimos días han puesto como
referente la idea de que Bolivia estaría cuestionando el Tratado y poniendo en
cuestión el Tratado de 1904, sino la arquitectura internacional de respeto a
los tratados, lo cual puede llevar a equívocos”.

Sin duda, será el próximo debate: en qué medida la actual demanda en La
Haya se orienta hacia el Tratado de Paz y Amistad de 1904.

Chile razona que si bien la demanda marítima no alude directamente al
Tratado de 1904, sí deriva en el mismo: en una entrevista con La Tercera, el 17
de abril, el canciller Muñoz explicaba el argumento chileno: “Bolivia confunde
su aspiración marítima con derechos que supuestamente obligarían a Chile a
otorgarle acceso soberano al mar, producto de los diálogos que ambos países han
sostenido al respecto. Un derecho así de relevante y trascendente, que afecta
ni más ni menos que la integridad territorial de un país, no puede inferirse a
partir de supuestos y expectativas. De ser cierta la tesis boliviana, ningún
país podría entrar en tratativas con otro por el temor a que las fórmulas que
se barajen, si fracasan, se conviertan posteriormente en obligaciones para
dicho Estado. En definitiva, en las relaciones entre los Estados, lo que vale
son los tratados y el de 1904 fijó las fronteras entre ambos países y las
condiciones de acceso de Bolivia al mar. Eso es lo que cabe respetar, pues los
tratados de límites corresponde cumplirlos”.

Con respecto a la idea de que la demanda deriva hacia el Tratado de 1904,
el delegado Mesa destacó el jueves 22 de mayo: “Estamos hablando de una
vocación pacífica del país, que lo que le pide a la Corte Internacional de
Justicia de La Haya es un fallo que obligue a Chile a negociar en la medida, en
el contexto de un diálogo de buena fe; un diálogo para buscar una solución a
nuestra mediterraneidad en función de nuestra soberanía”.

En el artículo 31 del texto presentado en La Haya, en la sección “IV. Bases
legales sobre las que la demanda se encuentra fundamentada”, Bolivia alega:
“31. Los hechos relatados líneas arriba muestran que, más allá de sus
obligaciones generales conforme al derecho internacional, Chile se ha
comprometido más específicamente, a través de acuerdos, práctica diplomática y
una serie de declaraciones de sus más altos representantes, a negociar una
salida soberana al mar para Bolivia. Chile no ha cumplido esta obligación y, lo
que es más, al presente Chile niega la misma existencia de su obligación”.

En lo relativo a la insistencia de las autoridades chilenas sobre que la
demanda marítima boliviana de todos modos derivará en la revisión del Tratado
de 1904, el excanciller Armando Loaiza hace notar que la primera referencia de
negociación de algo entre Bolivia y Chile no es el Tratado de 1904, sino un
hecho más cercano en la historia: Charaña.

“En la negociación de Charaña (1975 entre Hugo Banzer y Augusto Pinochet)
no se negoció el Tratado, se negoció otra hipótesis que es la salida al mar por
un corredor al norte de la ciudad de Arica; la única viable en mi concepto,
para que no se divida el territorio chileno; y eso no implicaba exactamente
negociar el Tratado de 1904; y allí hubo una actitud mucho más amplia de
Pinochet, que se anima a negociar, otorgar soberanía a Bolivia contra la
prestación de un canje territorial; antes no se había llegado tan lejos”.

Desde la perspectiva académica, Karen Longaric insiste en que al no aludir
al Tratado de 1904, la demanda marítima más bien “toma como referentes
fundamentales las negociaciones realizadas entre Bolivia y Chile los años 1895,
1950, 1975, 1983 y 1987 atribuyendo valor jurídico al accionar de Chile en esos
contextos históricos”.  Lo que va a analizar la Corte —recuerda Longaric—
es si en la demanda y en la memoria bolivianas el petitorio está relacionado
directamente con el Tratado de 1904, “y si no es así, pues la Corte va a tomar
conocimiento del juicio; en ese sentido, lo que venga después, ya se analizará;
si Bolivia y Chile llegaran a retomar las negociaciones sobre una salida al
mar, el Tratado de 1904 perfectamente puede modificarse si ambas partes del
Tratado así lo decidieren; los tratados no son intangibles; aquí es necesario
que haya voluntad política, lo que nunca precisamente ha tenido
Chile”.  

Los expresidentes chilenos que hace dos semanas se reunieron con Bachelet
también aconsejaron a la Mandataria que Chile impugne la competencia de la
Corte Internacional de Justicia de La Haya. La base de ello está en la supuesta
falta de fundamento jurídico de la demanda: “Yo estoy convencido de que la
demanda boliviana no tiene fundamentos ni jurídicos ni de hechos, y por eso
pienso que la Corte no tiene competencia jurídica para este caso”, aseguró
entonces el expresidente Sebastián Piñera, según reporte del diario chileno La
Tercera.

El viernes 23, este mismo medio chileno informó que el grupo de asesores
jurídicos extranjeros de Chile aconsejó a Bachelet no presentar la impugnación
de la competencia de La Haya en el primer plazo que tiene ese país, hasta el 15
de julio, sino hacerlo hasta febrero de 2015, junto con la presentación de la
contramemoria. “Aunque hubo distintas opiniones, la mayoría de los expertos
internacionales y los representantes chilenos concluyeron la inconveniencia de
esgrimir la excepción de jurisdicción del tribunal en forma separada al tema de
fondo del caso”, describió la situación La Tercera.

Para Mesa, en declaraciones a Cadena A el jueves 22, luego de reunirse con
Lula, afirma que la CIJ es competente porque este es el máximo tribunal de la
Organización de Naciones Unidas, que se lo reconoce solo por ser país miembro
del ente internacional. “En términos generales, ese tipo de pedidos (de
incompetencia) ha sido de carácter parcial sobre algunos aspectos específicos
del juicio, pero no suele hacerse una excepción de incompetencia sobre todo el
juicio; Chile ha de tener que pensarlo dos veces antes de resolver ir a la
excepción de incompetencia; aunque esto no ha ocurrido todavía”, destacó el
exmandatario boliviano.

Lo del Pacto de Bogotá está fuera de discusión: Carlos Mesa, delegado para
la demanda

Los elementos (históricos)que Bolivia colocó en la demanda son
antecedentes anteriores a 1948 y dos o tres compromisos concretos más varios
convenios e inicios de negociación posteriores a 1948; por lo tanto, no es
evidente que Bolivia esté planteando algo (como el Tratado de 1904) anterior al
Pacto de Bogotá; el punto de partida que le da competencia a la Corte es éste.

Chile es un país poco integracionista: Karen Longaric, experta en derecho
internacional

Chile es un país poco integracionista; no está en la comunidad andina,
nunca ha pretendido ser miembro permanente del Mercosur (Mercado Común del
Sur); no es un país que se distinga por un espíritu integracionista o
solidario; entonces, sus políticos, de izquierda y de derecha, tienen el mismo
discurso en función de intereses recalcitrantemente nacionalistas.

Tampoco descuidar la agenda bilateral: Armando Loaiza, excanciller de
Bolivia

Si hay alguna agenda bilateral con amplios contenidos de gestión, es la que
tiene Bolivia con Chile; y la mayoría de los temas interesan a Bolivia, al
usuario del comercio y tránsito. En el tiempo de Evo Morales curiosamente se ha
quintuplicado el comercio de exportación e importación por el puerto de Arica;
una realidad económica que supera las situaciones políticas.

Lo malo es que crece el mutuo resentimiento: Ramiro Prudencio, diplomático
e historiador

En este momento hay un enfriamiento muy grande, además que hay políticas
muy agresivas de los dos gobiernos, uno más que el otro, y eso no conduce a
nada positivo, más para nuestras aspiraciones para llegar al mar, porque nunca
vamos a poder negociar con Chile; esto es negativo también porque crea
resentimientos en los pueblos, esa es la parte más peligrosa.

Pese a la tensión, se espera normalidad: Michelle Bachelet, presidenta de
Chile

Respecto de la demanda contra Chile que ha interpuesto Bolivia ante la
Corte Internacional de Justicia, esperamos que nuestros países sean capaces de
mantener la normalidad en el resto de los ámbitos de la relación bilateral. La
política exterior del país continuará basándose en el respeto del derecho
internacional, que para Chile el Tratado de 1904 debe ser respetado. AFP

El Tratado de 1904 fue a pedido de Bolivia: Ricardo Lagos, expresidente de Chile

La razón, el derecho, están de nuestra parte y también los esfuerzos que
hemos hecho a lo largo de nuestra historia para que Bolivia pueda tener un
resultado favorable.  Hay que entender que el Tratado de 1904 se hizo a
petición de Bolivia. Ese Tratado no fue impuesto, fue a solicitud de Bolivia y
eso hay que hacerlo ver en la comunidad internacional. La Tercera





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