El proceso de
redacción de la demanda marítima requirió un trabajo minucioso que desemboca en
la entrega de la memoria esta semana. A continuación se narran detalles de cómo
se elaboró la ‘Solicitud para instaurar procedimientos ante la Corte
Internacional de Justicia’.
La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:07 / 13 de abril de 2014
La Haya
(Holanda). Los miembros del Consejo de Reivindicación Marítima están en el
Palacio de la Paz, el edificio neorenacentista que alberga a la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) desde 1946. El objeto de la visita de la
delegación boliviana es presentar el documento “Solicitud para instaurar
procedimientos ante la Corte Internacional de Justicia” en referencia al
enclaustramiento marítimo del país. Son tres años de trabajo y análisis de este
texto, más conocido como la Demanda marítima, que desembocan en el 24 de abril
de 2013.
Los delegados se sientan en una mesa de grandes dimensiones frente al
secretario de la Corte, el belga Philippe Couvreur, quien está flanqueado por
dos asesores a cada lado. Los bolivianos entregan el documento de la Solicitud al
Secretario de la CIJ. Este escrito, si se permite una licencia analógica, es a
la Memoria (a ser presentada este 17 de abril) lo que un resumen de tesis a una
tesis concluida.
Después de que los representantes bolivianos entregan al Secretario lo
que a simple vista son solo tres decenas de hojas, siguen cuarenta
interminables minutos que para los delegados que trabajaron desde el anuncio de
la creación de la Dirección de Reivindicación Marítima (Diremar), el 23 de
marzo de 2011, son de mucha tensión y nerviosismo, según la reconstrucción que
se puede hacer en base a diversas fuentes.
La más mínima llamada de atención de la Secretaría sobre un error
formal en el planteamiento del documento sería lapidaria para el país, aún
cuando pudiera ser corregida luego, pues no solo sería dar pábulo al gobierno
de Sebastián Piñera para mofarse de las pretensiones bolivianas en la CIJ,
sino, y sobre todo, significaría empezar el proceso judicial con el pie
izquierdo, con una mácula en su origen.
El secretario y sus cuatro asesores se distribuyen fragmentos del
texto de 30 páginas de acuerdo con sus especialidades. Los minutos pasan.
Hay silencio... Finalmente, se oye decir a Couvreur: “Encuentro la demanda impecable”.
Esto contrasta con la demanda presentada ante la naciente (y pasajera)
Asamblea de la Liga de las Naciones en 1920 y 1921 por el entonces diputado
Franz Tamayo, la que además de tener otro objeto (la revisión del Tratado de
1904) fue calificada por tres juristas de esta instancia política como
“inadmisible”, “tal como ha sido presentada (...)”.
El trabajo para la redacción de la actual demanda marítima —que será
desarrollada con la entrega de la Memoria este jueves— fue arduo y llevado a
cabo casi en secreto. Implicó la redacción de numerosos borradores para llegar
al definitivo. A continuación se reconstruyen algunos detalles hasta ahora
desconocidos de cómo se desarrolló el proceso de escritura de un texto que al
final mereció el adjetivo de “impecable” por parte del Secretario de la Corte.
La historia de la decisión de acudir a la CIJ podría remitirse a los
distintos diálogos y negociaciones directas con Chile y al ánimo que sus
gobiernos siempre tuvieron de prorrogar su falta de voluntad cada vez más
manifiesta de no resolver el enclaustramiento marítimo, hasta el rompimiento
unilateral de Chile de la agenda de los 13 puntos con la inasistencia
deliberada de su canciller, Alfredo Moreno, a las reuniones de esa agenda en
que se debía tocar el sexto punto, el del mar.
Diremar. Tras el anuncio
del 23 de marzo de 2011 del presidente Evo Morales, de crear Diremar para la
elaboración de la demanda, Rubén Saavedra (hoy Ministro de Defensa) asume el
mando en abril de ese año. Duraría poco tiempo en el cargo, ya que en noviembre
es relevado por Juan Lanchipa. Saavedra solo pudo abocarse a la parte
organizativa, contratando personal, asesores internacionales, investigadores
nacionales y la asignación de las tareas. Por ejemplo, se contrata al
historiador Fernando Cajías y a su equipo para que busquen información.
Ya bajo el mando de Lanchipa, se inicia la morosa búsqueda y el hecho
de relievar todo tipo de información relativa al tema marítimo (material
bilbliográfico, hemerográfico, de mapotecas, temas jurídicos, diplomáticos,
históricos, políticos, económicos) sin que se priorice un determinado periodo
temporal.
Se envían notas a instituciones relacionadas con el tema como las
Fuerzas Armadas, a las legaciones diplomáticas en el exterior, archivos de todo
el país, bibliotecas, entre otras.
Hipótesis. La fase de
recopilación de datos es una de las tareas más intensas, sin embargo, está
acompañada, paralelamente, de la elaboración de hipótesis jurídicas que
potencialmente podían ser utilizadas en la demanda, y los análisis
correspondientes de cada una. Para esto se diseña una rigorosa metodología de
investigación y construcción de hipótesis jurídicas.
Así, surgen, entre otras, las hipótesis del incumplimiento del Tratado
de 1904, de revisión del mismo, o de su total nulidad. Además de la hipótesis
de las islas e islotes que no estarían comprendidos en el Tratado de Paz y
Amistad de 1904.
No se descarta ninguna de las formulaciones y se analizan todas sus
aristas. Por ejemplo, la posibilidad argumentativa cimentada en el
incumplimiento del Tratado mereció en un principio mucha atención:
jurídicamente, ¿hasta dónde permitía el Derecho Internacional llevar un caso
sustentando la demanda en el incumplimiento de este pacto?
Se hace lo propio con la hipótesis de la revisión del Tratado (que
intentó hacer Franz Tamayo en 1920 y 1921) y con la de su nulidad. Cada
hipótesis es sustentada en cimientos y doctrina propios para luego ser
contrastada con las normas vigentes en el marco del Derecho Internacional.
En el caso de la hipótesis de la revisión, se estudia el caso de 1920,
1921 y el “duelo de titanes” entre el diputado Franz Tamayo y el nuevo
canciller Ricardo Jaimes Freyre. Se ve que había un error de origen: se hace
una solicitud a una instancia no jurisdiccional, sino política: la Asamblea de
la Liga de las Naciones. Éste es un antecedente que no admite comparación con
la demanda actual.
Finalmente, las hipótesis relativas al Tratado de 1904 son descartadas
en favor de los denominados actos unilaterales de los Estados que crean
obligaciones, es decir, de las promesas unilaterales que Chile hizo a Bolivia
de otorgarle una salida soberana al mar. Este movimiento ha sido difícil de
digerir para los detractores chilenos de la demanda alineados a la política más
rancia de Chile, que se empeñó en descalificar la demanda diciendo que el
Tratado de Paz y Amistad no era revisable por ser anterior al Pacto de Bogotá y
que la Liga de las Naciones ya había rechazado tal posibilidad. Solo el nuevo
canciller chileno, Heraldo Muñoz, fue capaz de admitir que la demanda boliviana
no tenía nada que ver con ese pacto de 1904.
De este modo, las promesas unilaterales de un Estado lo obligan a
cumplirlas: tal es el elemento de la hipótesis que se comienza a perfilar en el
equipo de juristas nacionales e internacionales como la más factible para el
caso boliviano. Nótese que el concepto utilizado es “actos unilaterales” que
crean obligaciones, y no “derechos expectaticios”.
La redacción se inicia y Bolivia hace el primer borrador de varios,
que es presentado al equipo de juristas. Comienzan intensas reuniones para que
se ajuste la redacción a los reglamentos formales de la Corte. Se va puliendo
cada aspecto hasta llegar a la versión definitiva.
Antes de tener el texto final, paralelamente a las redacciones, se
inicia el trabajo de recolección de las fuentes documentales, que fue una de
las etapas más complicadas.
Las fuentes. Ya con la
determinación del argumento y el fundamento jurídico, se analizan las posibles
objeciones y cotraargumentos chilenos ante las razones jurídicas bolivianas,
puesto que las consideraciones históricas son importantes en la CIJ, pero el
debate sobre todo es jurídico.
Es entonces que se buscan fuentes que generen bases que prueben los
actos unilaterales de Chile en referencia a solucionar el enclaustramiento
boliviano, es decir, sus obligaciones incumplidas. Se consideran fuentes
documentales que sostengan la hipótesis para fortalecer el argumento y sus
fundamentos.
En la demanda no se detallan todos los actos unilaterales de Chile que
crearon su obligación hacia Bolivia de negociar una salida al mar, ya que el
detalle de cada una de estas promesas incumplidas figurará en la Memoria.
Desde el primer borrador hasta el texto final hay un número de
borradores que se fueron revisando hasta llegar al definitivo Petitum
(Petición) de tres momentos: 1. Chile se ha obligado a solucionar el
enclaustramiento a través de varios actos unilaterales; 2. Chile ha incumplido
esa obligación; y 3. que la Corte debe ordenar a que Chile cumpla su obligación
de negociar de buena fe en determinado plazo. Toda la documentación que se
incluye en la demanda está dirigida a cumplir con estos tres momentos. En
todo tramo se pone el acento en la búsqueda de justicia y se evita cualquier
indicio o sugerencia de una victimización boliviana.
Juristas. En la actualidad,
hay un equipo de varios expertos extranjeros en Derecho Internacional que
asesoran a Bolivia. No obstante, para las distintas fases de la elaboración de
la demanda hubo que reconstituir el equipo de juristas.
Cuando se diseña la hoja de ruta de las hipótesis, éstas son sometidas
al criterio jurídico de un primer equipo para que desde una visión imparcial
formule criterios sobre la validez o invalidez de la hipótesis, hasta llegar al
fundamento de los actos unilaterales como el más viable y sólido.
Entonces se vuelve a conformar el equipo que discute los alcances de
un fundamento basado en los actos unilaterales. Se hacen ajustes a la tesis que
sale de Diremar, la que se considera razonablemente más viable. Es entonces
cuando se comienza el análisis político de las consecuencias nacionales e
internacionales de la demanda que ahora se conoce.
Termómetro. De la primera
solicitud de 1920 a la Liga de las Naciones se critica su desprolijidad en la
redacción de Tamayo así como que no se midió el clima internacional del
momento. Esta vez —cuando se define en 2012 una hipótesis que no se iba a pedir
de manera directa la restitución de territorios ni la revisión del Tratado de
1904— se hace un sondeo de extrema cautela para ver la reacción de la población
boliviana sobre una demanda que no plantea directamente el tema territorial. El
sondeo dura seis meses. En su resultado, la mayoría se manifiesta escéptica
ante una demanda que plantee la restitución sin más del territorio del antiguo
departamento del Litoral.
Adicionalmente, se organiza una consulta internacional, sin dar
detalles de la estrategia, a académicos internacionales de varias partes del
mundo. ¿Cómo vería una demanda internacional contra Chile ante la CIJ?, ¿qué
imagen tendrían de Bolivia?, ¿si las relaciones se afectarían? Todos los
comentarios de personalidades internacionales —que no precisamente comulgan
políticamente con el gobierno de Morales— fueron positivos. Asimismo,
recomendaron que la cuestión sea separada totalmente de lo político y se
mantenga la demanda como un tema estrictamente de Estado.
En general, los hechos narrados se llevan adelante casi de manera
simultánea hasta la entrega del documento final de la demanda, la cual es
desarrollada en la ahora ya acabada Memoria, que será entregada esta semana en
Holanda. Los delegados bolivianos darán el siguiente paso en el mismo
escenario: el Palacio de la Paz.
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