EL DIARIO en la historia nacional
El Decano de la Prensa Nacional, independiente, paladín de la bolivianidad y ejemplo de insobornable consecuencia periodística, límpido en su existencia sacrificada porque sufrió los rigores de las dictaduras, por ser un medio de consulta para toda clase de lectores se ha convertido en uno de los periódicos más influyentes no sólo para la educación y la cultura, ya que un pueblo sin cultura es un pueblo sin alma, sino también por su trayectoria y respeto bien ganado.
Su poder sugestivo es extraordinario, ya que no sólo comunica lo que ocurre en el mundo, sino que da un extracto de la opinión nacional, con veracidad y responsabilidad, sobre los problemas trascendentales del momento que se vive, predisponiéndonos a participar de dicha opinión. Somos aprisionados por lo que leemos con agrado. Con razón se ha podido afirmar que el que lee todos los días un solo periódico, llega a identificarse con la manera de pensar de este diario -nuestro diario- con presencia nacional e internacional, que ha escrito las páginas gloriosas de la historia de Bolivia, y forma parte de esa historia nacional que nos enorgullece.
Con el correr del tiempo esa importancia y esa influencia se han acrecentado tanto que la prensa está considerada como el cuarto poder del Estado. Esta casa periodística, tribuna del pensamiento nacional, no sólo es instrumento del saber y forjadora de la opinión pública, sino que se ha convertido para el gobernante de turno en una brújula que le indica las orientaciones por el bien de la nación. Un sondeo de opinión pública a través de este matutino sobre cualquier asunto puede servir al administrador, al hombre de Estado, para seguir con nuevos bríos la obra iniciada, para detenerse, recapacitar y orientarse de nuevo, o bien, para retroceder hasta donde la población le muestre su insatisfacción y desencanto.
EL DIARIO primero con la dirección de su fundador, el ilustre patricio don José Carrasco, luego bajo el mando de literatos cuyo prestigio ha vencido al tiempo, como Casto Rojas, Franz Tamayo, Benigno Lara, Fabián Vaca Chávez, Luis Espinoza y Saravia, David Alvestegui y otros personajes de reconocido prestigio y solvencia moral, se había constituido en un vocero que no sólo informaba eficientemente, sino que dirigía la opinión pública nacional y satisfacía plenamente sus requerimientos y necesidades.
Mucho se puede escribir sobre este prestigioso matutino, insobornable, cuya trayectoria resulta inseparable de la historia del periodismo boliviano, que desde los ya lejanos tiempos de su fundación, ha tenido una línea bien definida que podría calificarse de institucional, porque si bien en muchas ocasiones se ha puesto al frente de algunos gobiernos, orientándolos, criticando sus acciones, censurando determinadas posiciones, combatiéndolos leal y legalmente, su trayectoria, por supuesto, ha sido especialmente rígida con algunos gobernantes de tinte dictatorial, autoritario, sobre todo con aquel gobierno socialista castro-comunista que se apoderó de EL DIARIO en 1970. Los diversos atentados que ha sufrido, el terrorismo, las bombas, los chantajes, el amedrentamiento no han podido acallar su firme voz en defensa de los derechos humanos y la libre expresión, ya que mejor se sirve diciendo la verdad que exagerando el mérito de los conductores.
Esta posición principista lo llevó a combatir a regímenes espurios y ha sufrir en carne propia la familia de don Jorge Carrasco Villalobos y doña Elena Jahnsen de Carrasco las graves consecuencias por su actitud de apego a la Constitución Política del Estado, la legalidad, el orden y los derechos ciudadanos. En el plano de la política jamás ha izado banderas absolutistas, por el contrario, ha respetado el pluralismo ideológico, apoyando siempre las buenas causas, la institucionalidad del país, el afianzamiento de un clima de paz, respeto y trabajo, imprescindible para nuestro desarrollo nacional. EL DIARIO está y estará siempre atento a defender y escuchar la voz del pueblo, que es la voz de Dios.
Fuente: El Diario
Fecha: 05-Abril-2011
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